El sistema de posicionamiento global en mi teléfono o automóvil me permite viajar más fácilmente. De manera similar, mis prácticas espirituales me proveen una guía valiosa para navegar por la vida. Al comenzar mi día con Dios, activo mi “brújula espiritual” y prosigo con seguridad y paz.
Empaco aquello que me ayudará en mi sendero espiritual: un diario, libros y música edificante. Utilizo mi diario para anotar mis reflexiones acerca de los desvíos en mi vida. Veo cómo cada experiencia infaliblemente me lleva a casa. Soy uno con Dios: sabio, comprensivo y poderoso. Al permanecer vinculado con el Espíritu, tengo confianza en que me dirijo en la dirección correcta. Dios guía cada paso en mi camino.
Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria.—Salmo 73:24
Gran regocijo hay en mi corazón y en mi alma; todo mi ser siente una gran confianza.—Salmo 16:9
La naturaleza en su esplendor veraniego me invita a descansar y a rejuvenecerme. Veo cómo los perros y los gatos disfrutan de la luz del sol. Me deleíto con el aroma de las flores que esparce una suave brisa. Y el atardecer del día me ofrece un hermoso momento para la reflexión.
Sigo el ejemplo de la naturaleza y tomo tiempo para descansar y rejuvenecerme. Busco un lugar tranquilo para conectarme con Dios en meditación —quizás me siente sobre una roca cerca del agua, en el banco de un parque o en mi jardín. Respiro el aire fresco y dejo ir cualquier preocupación. Permanezco receptivo a nuevas perspectivas. Me visualizo sano, fuerte y lleno de vitalidad. Consciente de mantener el equilibrio en mi vida, me comprometo a descansar y ¡soy rejuvenecido!