Soy más fuerte de lo que pienso y más poderoso de lo que creo ser. Afirmo esta verdad según recuerdo que soy una creación de Dios capaz de hacer cosas maravillosas.
Tomo mayor conciencia de mi fortaleza gracias a mi relación personal con Dios. Dicha relación es una parte importante de mi vida. Afecta de manera positiva cómo veo al mundo y cómo me veo a mí mismo. Influye en mi actitud y en mis expectativas, abriendo puertas hacia un bien que no soñé posible.
Aprecio quien soy verdaderamente: un ser espiritual con potencial ilimitado. Sé que en mí existe un manantial inagotable de energía y sabiduría y una fuente eterna de ideas e inspiración. Soy fuerte en espíritu.
Tú me diste el escudo de tu salvación, me sostuviste con tu mano derecha, y con tu bondad me engrandeciste.—Salmo 18:35
Gracias, Dios, por esta vida sorprendente y todo lo que hay en ella. Gracias por Tu omnipresencia, la cual me inspira a experimentar Tu naturaleza gloriosa, tanto en mi interior como a mi alrededor. Gracias por Tu omnipotencia, la cual hace que experimente Tu fortaleza y perseverancia a cada momento y en cada situación en mi vida. Gracias por Tu omnisciencia, la cual me guía a vivir con sabiduría y comprensión.
Centrado en Ti, reconozco que Tu voluntad y la mía son en Verdad una. Tu amor es un manantial perpetuo de consuelo, sustento y gozo para mí. La vida eterna es la fuente misma de mi salud radiante y vibrante y de mi bienestar. Demuestro fielmente mi naturaleza divina hoy y todos los días.
Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos.—Juan 17:10
Charles Fillmore definió un pacificador como “alguien que tiene la habilidad de decir ‘paz’ a las olas turbulentas de pensamiento y hacer que le obedezcan… quien torna en paz y armonía todo pensamiento de conflicto, ira y represalias en su propia mente”.
Todos tenemos el potencial de ser pacificadores —de vivir como creaciones de Dios. Vivir a la altura de nuestro potencial es parte del trabajo que hemos de hacer en nuestras vidas.
Visualizo que todos somos ciudadanos de paz. Me comprometo a ser un pacificador. Si experimento conflicto o ira, determino la causa y doy los pasos necesarios para promover la resolución. Contribuyo a la paz mundial viviendo pacíficamente y reconociendo que todos podemos promover la paz.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.—Mateo 5:9