Estoy dispuesto a descubrir y desarrollar mi potencial divino.
Cuando abro los ojos en la mañana, el velo oscuro de la noche se levanta para revelar un nuevo día, el cual trae consigo posibilidades y potencial ilimitados.
Vivo en un mundo de infinitas posibilidades. Aunque no todo intento para desarrollar mi potencial tenga éxito, continúo esforzándome. Aprendo de cada experiencia. Tengo fe y sé que al permanecer atento y proseguir según la sabiduría divina sabré qué hacer. El Espíritu dirige el camino hacia el cumplimiento de mi destino divino. Soy una creación de Dios, lleno de capacidades y potencial que exceden aquello que puedo imaginar para mí.
Estoy dispuesto a descubrir y desarrollar mi potencial divino.
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.—Gálatas 5:22-23
La Verdad espiritual existe ya confíe en ella o no; el amor divino está presente ya crea en él o no; la inteligencia universal está disponible ya la acepte o no. Aunque siento gratitud porque el Espíritu es eterno e inmutable, reconozco que mi capacidad de recibir el tesoro divino depende de mi fe.
Si encuentro que los tiempos difíciles han nublado mi fe, corrijo mi actitud. Renuevo mi confianza en la bondad divina. Acepto que el tesoro y la gracia de Dios son para todos —incluyéndome a mí. Recobro la confianza en mi habilidad de dar y recibir libremente. Alineo mis pensamientos con la Mente divina y la Verdad fluye prontamente en mi conciencia, aclarando el camino hacia mi bien.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.—Juan 12:46
Las condiciones en mi mundo cambian cada día. La bolsa de valores sube y baja; el clima puede estar esplendoroso un rato y de repente tornarse tormentoso; hasta mis mejores amigos puede que discutan en un instante para luego hacer las paces. Las condiciones de mi cuerpo varían con la edad o por enfermedades o heridas. Dejo ir cualquier temor acerca de los cambios o las pérdidas.
Si me siento vulnerable o inseguro, recuerdo quien soy verdaderamente: la creación divina de un Creador infinitamente bondadoso. Mis dones divinos incluyen firmeza, protección y dominio propio. Permanezco seguro en el amor inmutable de mi Creador. Este amor resguarda mi paz mental, mi vida y el amor infinito que soy y que expreso.
Volverás a confiar porque tendrás esperanza; y rodeado de paz podrás dormir tranquilo.—Job 11:18
Experimento un sentimiento de unidad gracias a la armonía de la vida.
Vivimos en un mundo tan diverso que puede ser fácil olvidar que nos une un vínculo divino. Todas las cosas y las personas pueden trabajar juntas en sincronía divina. El medio ambiente refleja esta armonía.
Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros.—Juan 17:21