La vida de Dios en mí me asegura un sinfín de posibilidades.
Un nuevo año ofrece nuevos comienzos. Según digo adiós al año anterior, saludo el nuevo con gozo y anticipación. El año ante mí tiene la promesa de un nuevo amanecer; nuevas posibilidades aguardan que las acoja y las lleve a cabo.
La oración es un recurso poderoso, y cada pensamiento divino es una oración. Mantengo mi atención centrada en la vida de Dios en mí. En esta conciencia sé que el bien que deseo es posible. El nuevo año encierra la promesa de amor, gozo, salud, prosperidad, armonía y mucho más. Reconozco con gratitud las muchas bendiciones en mi vida —aquellas ya recibidas y las que están por venir.
Vivo con confianza porque la vida de Dios en mí me asegura un sinfín de posibilidades.
Renuévense en el espíritu de su mente.—Efesios 4:23
Mi fortaleza interna es mayor que cualquier apariencia externa.
Comparto un vínculo interno y eterno con el Espíritu divino. Puede que mire mi vida en retrospectiva y encuentre momentos en los que me sentí abatido o falto de confianza. Sin embargo, reconozco y aprecio la energía en todas las cosas, aun algo tan sencillo como el agua. Una vez represada y dirigida, el agua se convierte en la fuerza dinámica de una turbina de vapor. Esas mismas moléculas, cuando son influenciadas por el frío, se transforman en hielo y tienen el poder para agrietar el concreto y derribar árboles.
Cuando descubro y hago uso de mi poder interno, tengo el potencial de marcar una pauta en mi vida y en el mundo. Pongo mi atención en el Espíritu. Con fe, puedo superar cualquier desafío. Mi fortaleza interna es mayor que cualquier apariencia externa.
Utilizo el poder de mi mente dirigida por Dios para crear.
El sorprendente poder de mi imaginación es un don del Espíritu. El autor Steve Corvey dice que todas las cosas son creadas dos veces: primero mentalmente y luego físicamente. Si puedo soñarlo o percibirlo, puedo hacerlo y lograrlo. De aquí que visualizo el resultado deseado y luego tomo acción para hacerlo una realidad.
Todo problema tiene una solución y cada objetivo puede lograrse. Así que me preparo para resultados positivos. Utilizo la creatividad de mi mente y permito que el Espíritu guíe mis pasos. Confío en que tendré todo lo que necesito en el momento correcto y de la manera perfecta. Mantengo una fe absoluta y una anticipación positiva. Experimento propósito y gozo al utilizar el poder creativo de mi mente.
Somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras.—Efesios 2:10
Vivo partiendo de la verdad de mi ser. Yo soy sano, fuerte y estoy bien.
He sido creado según la imagen y semejanza del Gran Creador. Como tal, la salud perfecta es mi herencia divina. Recuerdo la historia de la mujer que tocó el borde del manto de Jesús e inmediatamente fue sanada. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado”. Tal como ocurrió con esta mujer, la fe me aviva, me sana y me fortalece.
Busco y toco a Dios mediante la oración. Afirmo la verdad de la habilidad natural que tiene mi cuerpo para sanarse, y visualizo que una luz radiante y divina obra en mí. Dios establece la manifestación más elevada de mi bien físico. Cada célula es infundida con propiedades creadoras de vida. Soy renovado y revitalizado de la cabeza a los pies. ¡Mi corazón rebosa de gratitud por mi salud y completitud!
Entonces Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz”.—Lucas 8:48