Honrar a alguien o algo es reconocerlo con gratitud. ¿Me aprecio y aprecio a las personas a mi alrededor? Mi naturaleza verdadera —mi YO SOY— nace de lo Divino. Yo soy más fuerte de lo que pienso. Vivo partiendo de mi esencia espiritual. Disfruto de más paz, poder y aprecio de los que puedo imaginar.
Estimo mis relaciones personales y las cuido amorosa y atentamente. Mis experiencias en la vida pueden ser gratificantes, aun durante momentos dolorosos. Cada una de ellas me ofrece la oportunidad de aprender y crecer espiritualmente.
Practicar la gratitud abre el camino hacia mayor felicidad. Aprecio todo lo que YO SOY.
Den gracias a Dios en todo, porque ésta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.—1 Tesalonicenses 5:18
Con demasiadas demandas a mi atención y tiempo, el riesgo de agotarme siempre está presente. Si el agobio se asoma en mi horizonte, hago una pausa, respiro profundamente varias veces y recuerdo el poder revitalizador del Espíritu en mí. Dejo ir la preocupación e inhalo fe. Dejo ir la confusión e inhalo claridad. Dejo ir el agobio e inhalo vida.
Descanso plenamente en el conocimiento de que yo soy suficiente y que todo lo que necesito para mi mayor bien se manifiesta en el tiempo divino y de la manera perfecta. A medida que la conciencia de la Verdad alivia mi alma, avanzo con un sentido mayor de satisfacción. Revitalizado, puedo ahora tomar decisiones sabias y amorosas acerca de cómo dedicar mi tiempo y energía cada día y todos los días.
Yo satisfaré el hambre y la sed de la gente triste y fatigada.—Jeremías 31:25