Cuando los acontecimientos del mundo me llegan al corazón, el Espíritu morador me invita a orar. En vez de enfocar mi atención en la negatividad, acepto la invitación para hacer una pausa y recordar la verdad: La paz es el fundamento de toda persona y situación. Los momentos callados en los que afirmo la Verdad me permiten entregarme al manantial de paz en mi corazón.
Inmerso en un sentimiento de bienestar, comparto la energía de amor y de la aceptación con los demás mediante mis palabras y acciones apacibles. Lo que sucede en el mundo a mi alrededor no se compara con el poder de paz que mora en mí. Afirmar esta verdad me sostiene e inspira para permanecer con mi atención centrada y pausada en medio de cualquier situación.