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General: LA PALABRA DIARIA MES DE JULIO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 13/07/2019 03:26 |
LIBERO CUERPO, MENTE Y ALMA AL DEJAR IR.
El monje y filósofo alemán del siglo XIV, Meister Eckhart, dijo: “Permite que Dios sea Dios en ti”. Al aquietarme hoy, considero si me estoy aferrando a acontecimientos o heridas del pasado que no fomentan mi bien. Gracias a la comprensión espiritual, sé que es a mí a quien hiero cuando albergo sentimientos de amargura y resentimiento. Así que dejo ir, afable y conscientemente.
Sé que nunca puedo estar separado de lo Infinito. Cuando “permito que Dios sea Dios” en mí, comienzo a pensar y actuar partiendo de mi naturaleza divina. Veo con los ojos del amor y la compasión. Aprecio el bien en mí, en mis asuntos y en el mundo. Dejar ir me libera para expresar mi naturaleza divina y para esperar lo mejor de las personas y de las circunstancias.
El corazón del hombre pondera su camino, pero el Señor le corrige el rumbo.—Proverbios 16:9
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SOY FUERTE, MAS TAMBIÉN FLEXIBLE, EN MOMENTOS DE CAMBIO.
Existe un orden natural en el cual puedo confiar. La vida me ha enseñado que aunque el cambio es inevitable, no necesito preocuparme. Al permanecer presente a los cambios en mi vida y en el mundo, me mantengo receptivo al fluir del bien. La flexibilidad es mi fortaleza. Como un sauce en una tormenta de viento, permanezco anclado.
Cuando me preocupo por un ser querido o por mí mismo, tomo un momento para estar en silencio. Al dejar ir los patrones limitantes o preocupaciones acerca del futuro, suelto la oposición y me vuelvo receptivo a la inspiración divina. Me alineo de nuevo para acoger las situaciones de la vida con gracia y facilidad. Gracias a un estado mental centrado, soy flexible y a la vez fuerte en momentos de cambio.
Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud!—Salmo 51:10
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YO SOY RENOVADO POR EL AGUA VIVA DE DIOS.
Bien sea que el agua tome la forma de una catarata, un océano, un lago, un río o una bebida fría, el agua es la sustancia más refrescante que existe. El agua limpia y sana, fluye y se equilibra. Es esencial para la vida en la Tierra.
Cuando Jesús ofreció agua viva a la mujer en el pozo, Él estaba diciendo que el poder dador de vida en cada uno de nosotros puede satisfacer toda necesidad. Mi naturaleza espiritual es una fuente de agua viva refrescante que nunca se secará. Cada día, me vinculo con mi corazón, sacando el amor divino que me sostiene. Puedo dirigir esta energía armonizadora dondequiera que sea necesaria. Con mi atención centrada y enfocada en mi corazón, siento el fluir que sana, nutre y bendice.
El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás.—Juan 4:14
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SÉ LO QUE VALGO COMO SER ESPIRITUAL.
Oímos acerca de valores corporativos y valores familiares. Valoramos nuestras posesiones según lo que cuestan o los sentimientos que evocan. Sopesamos el valor de una decisión sobre otra. Asignamos valor a lo que compramos.
Sin embargo, ¿qué es lo más valioso para nosotros, tan importante que no querríamos vivir sin ello? ¿Podría ser la conciencia de que somos seres espirituales?
La experiencia humana se convierte en infinitamente más plena una vez que conocemos nuestro valor divino. Somos expresiones de Dios en la Tierra. Hoy nos regocijamos al reconocer nuestro valor como seres eternos que viven en unidad con Dios.
Revístanse de la nueva naturaleza, creada en conformidad con Dios en la justicia y santidad de la verdad.—Efesios 4:24
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VEO EL CAMINO HACIA LA DICHA Y LA PROSPERIDAD CON MAYOR CLARIDAD.
A lo largo de mis años en la Tierra, sé que algunas veces necesitaré mirar profundamente dentro de mí y sanar cualquier área que esté afectando mi crecimiento espiritual. Deseo ver mi vida con claridad, y me comprometo a ello.
Gracias a mi vínculo con el poder creativo divino, visualizo un mundo lleno de esperanza y un futuro resplandeciente para todos y cada uno de nosotros. En mí mora el potencial divino para ser un catalizador para el cambio en el mundo. La oración, que es comunión con la esencia crística en mí, es mi esperanza de gloria. Al orar, mi propósito se aclara y siento gratitud. Veo el camino hacia la dicha y la prosperidad con mayor claridad.
Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el ciego recobró la vista y pudo ver a todos de lejos y con claridad.—Marcos 8:25
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PERMITO QUE LA PAZ DE DIOS FLUYA POR MEDIO DE MÍ AHORA.
Si las actividades del día me causan etrés, recuerdo que la paz de Dios está tan cerca como mi próximo pensamiento. No importa lo que suceda a mi alrededor, siempre puedo elegir experimentar una paz interna profunda. Avivar mi paz no requiere un esfuerzo extenuante, solamente mi permiso y cooperación.
Al liberar toda tensión, inhalo paz. La paz calma mis pensamientos y emociones y da descanso a mi cuerpo. Con cada aliento la paz me llena e irradia de mí. Continúo bebiendo de este pozo profundo de paz a medida que reasumo mis actividades diarias. Con energía renovada y consciente de la presencia infinita prosigo a hacer lo que me corresponde hacer hoy.
Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.—Filipenses 4:7
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