He oído la frase: “Todo depende del modo cómo lo veas”. Reconozco estas palabras como una herramienta poderosa para la felicidad. Mi experiencia de vida es determinada por la manera como elijo ver a las personas y los acontecimientos, y las etiquetas que les coloco —buenas o malas.
Me percato de esto cuando un amigo piensa que una comida es maravillosa y yo no, o cuando siento emoción por una noticia mientras que un ser amado siente tristeza. Cómo respondemos no es determinado por los acontecimientos; cada uno interpreta los acontecimientos de manera diferente. Elegimos cuándo ser felices. El libre albedrío es parte de mi consistencia espiritual y lo experimento como un don de Dios. ¡Puedo elegir ser feliz cada día!