Ésta es la enfermedad cruel del deseo. La ruta de los pájaros sonámbulos en vuelo breve bajo las tormentas. Conozco sus libreas y sus máculas Y las motrices ansias eternales, demasiado bien lo conozco.
Desciende azotándome hasta el cauce y arranca blancas prendas con su apremio. Cruza paisajes de escarcha subterránea, desiertos, lunaciones, parajes en crepúsculo. Es un huésped simbionte en las dunas más altas. Es un paraje negro oculto entre la nieve.
Cuando llegan las horas del silencio se asienta en mí y persiste balancea mis ancas, las abulta. Es un impulso espeso y enturbiado que bordea mis labios y que en fugaz ración muestra su presencia.
Nada sabe del alma ni sus incubaciones, nada necesita: sólo el grueso espejo de otro cuerpo caliente. Y sólo permanece la sombrilla violeta de mis ojos breñales cuando en la nublada languidez del vaho el cristal no devuelve más que su superficie.
Ésta es la enfermedad cruel del deseo que por ti siento siempre, hondísimo quemando, y no devuelto