DE CIERTA DAMA QUE A UN BALCÓN ESTABA...
De cierta dama que a un balcón estaba pudo la media y zapatillo estrecho poner el lacio espárrago a provecho de un tosco labrador que la acechaba.
Y ella, cuando advirtió que la miraba, la causa preguntó del tal acecho; el labrador la descubrió su pecho, diciendo lo que vía y contemplaba.
Mas ella, con alzar el sobrecejo, le dijo con melindre: -«Aquesto, hermano, no es más de ver y desear la fruta».
El labrador, sacando el aparejo, le respondió, tomándolo en la mano: -«¡Pues ver y desear, señora puta!».
Autor del poema: Francisco de Quevedo |