Quiero morir cuando decline el día, en alta mar y con la cara al cielo, donde parezca sueño la agonía, y el alma, un ave que remonta el vuelo.
No escuchar los últimos instantes, ya con el cielo y con el mar a solas, más voces ni plegarias sollozantes que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz, triste, retira sus áureas redes de la onda verde, y ser como ese sol que lento expira: algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven: antes que destruya el tiempo aleve la gentil corona; cuando la vida dice aún: soy tuya, aunque sepamos bien que nos traiciona.
Manuel Gutiérrez Nájera
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