Aún sigo esperando tu regreso, aún sigo deseando que se cumplan todas y cada una de las promesas que nos hicimos.
Aún sigo mirando el calendario mes a mes, año tras año, cada día, cada fecha es un recordatorio que me resulta difícil de olvidar.
Mi mente vive de rutinas, miro el calendario y me siento deambular entre números.
Me pregunto
¿Por qué duran tanto los recuerdos ?
¿Por qué el corazón es tan perseverante en sentimientos que sabe que debe olvidar?
¿Por qué el alma de uno es incapaz de sanar, aun a sabiendas que nada volverá a ser igual ?
¿Por qué sigo pegada al cristal viendo pasar cada estación, cada primavera, cada invierno, aun teniendo la certeza de que no volverás?
Es evidente que el tiempo juega en mi contra, el reloj sigue marcando las horas y el frío cristal atenaza mis huesos.
Mi mirada se pierde a lo lejos, mis brazos dan cobijo a mi cuerpo, cada noche mi lecho se mantiene frío y los recuerdos mojan mi almohada.
Este invierno veré caer la nieve desde mi ventanal, esperando ver tus huellas sobre ella acercándote a lo lejos.
Aun sabiendo que no volverás, mantendré abrigado mi cuerpo como siempre hice, recordándote siempre pegado a mí espalda, con una taza de café caliente entre las manos, mientras te intuyo, bajo la misma luna, bajo el mismo sol, abrigado por estrellas que compartimos los dos, aunque juntos ya no.