Quiero ser en ti la luz infinita,
esa chispa que nunca se apaga,
el faro en la tormenta que guía
tus pasos, siempre, aunque caiga la madrugada.
Ser el camino que nunca se borra,
un trayecto eterno, suave y fiel,
la paz que se cierne sobre tus temores,
el refugio donde tu alma encuentre su laurel.
Quiero desnudar mi ser a tu mirada,
ser la pureza que en tu pecho late,
la melodía que resuena en el alma,
la silenciosa compañía que jamás debate.
Ser el eco en la quietud de tus noches,
el susurro cálido que entre sueños nace,
el último aliento, un suspiro rendido,
que, en tus labios, se convierte en eternidad.
Quiero ser la luz que alumbra tu pecho,
esa aurora que se posa entre tus sombras,
ser la mirada llena de satisfacción,
el refugio oculto que a solas te nombran.
Tu confidente solitaria, la que siempre te entiende,
el pedazo de ti que nunca se olvida,
el rincón donde se esconde tu amor,
el susurro tímido que en tus entrañas anida.
Habitar tu paraíso con cada beso,
ser la luna que vigila tus sueños perdidos,
la pasión que se reinventa entre tus labios,
la musa que alimenta tus deseos, susurrados.
Y al pie de la escalera, donde nada se espera,
te amaré con una intensidad que sobrepasa el tiempo,
como nunca lo hiciera nadie, con el fuego de mi alma,
como si en cada caricia se sellara nuestro destino.
Amor mío, en cada latido seré tu presencia constante,
y tú, la respiración que me da la vida.
Seré la pasión que no tiene final,
el suspiro eterno que te devora, y tú, mi amor inquebrantable.
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