Estoy en un punto de mi vida
en el que ya no necesito
impresionar a nadie. No necesito disfraces, no necesito engañar,
ni fingir porque puedo ser quien soy en realidad. No necesito hacer reír o hacer creer
que nunca lloro.
No necesito ser siempre fuerte,
ni ser siempre agradable. No necesito ser igual que nadie,
y sobre todo me acepto tal y como soy.
Con mis virtudes, pero también
con mis defectos. Porque puedo no ser perfecta,
pero soy siempre yo. Acepto y amo quien soy
y quien puedo llegar a ser. Anonimo
|