Cumplir con el deber
Hablo con mis amigos los gnomos de mi casa, en una tarde fría, sobre el deber de cada uno. Desde hacía muchos años no había visto nevada la Cresta del Gallo de mi Sierra murciana, y este día se vistió de blanco para sorpresa y alegría de todos. Y los gnomos siguen encaramados en sus pilares como si nada. Y yo les pregunto: - ¿Es que no tenéis frío?- Sí, me responden, pero estamos en nuestro sitio.
Estar en el sitio equivale a cumplir con el deber. Indudablemente que hay gente muy trabajadora. Me los encuentro todas las mañanas que se apresuran a su puesto de trajo. Pero no es menos cierto que tampoco faltan chapuceros en todos los oficios. Si queremos que algo funcione hay que tomárselo en serio. Ese algo puede llamarse Iglesia, Sociedad, Estado, Familia, negocio, empresa, proyectos, etc. Y yo pienso que hay déficit de seriedad. Y me viene a la memoria aquel punto de “Camino” que escribió el Beato J. Escrivá: “De que tú y yo nos portemos como Dios quiere –no lo olvides- dependen muchas cosas grandes” (nº 755). Hace frío, es verdad, pero el deber nos espera y hay que tomárselo en serio.
ASHCEN