Los ojos del niño son
Gracioso o lindos y bellos,
Y hay un no sé qué en ellos
Que me roba el corazón.
Lo que más suele robar
Es el verdadero amor,
Y descubrir más favor
En su alegre mirar.
Pues que si las miradas son
De quien tiene los ojos tan bellos,
Envía un no sé qué en ellos
Que traspasa el corazón.
La blanca frente y su vuelo,
La ceja tan bien delineada,
La boquita colorada,
Cierto, son cosas del cielo.
Pero sobretodo son
Los ojos que en solo verlos,
Un no sé qué hay en ellos
Que cautiva el corazón.
Bien alcanzo yo a sentir
Que me roban, mas no siento,
Él con qué, ni el sentimiento
De lugar a decir.
Y esta es toda la razón
Del decir, tratando de ellos
Que ay un no sé qué en ellos
Que me roba el corazón.
Pídele que quiera mirarme
Porque viéndose el mi
El mirar y amarse así
Es mirar por mi y amarme.
Nunca yo le dé ocasión
Para que sus ojos bellos,
Quiera el niño no ponerlo
Sobre mi corazón.
(Juan López de Obeda, español del siglo XVI)