Mi madre yacía
En una fría cama
De aquel hospital
Agonizante, doliente
Con tubos y agujas
Lacerando inclemente
Su cálida piel.
¡Ay mi viejita linda!
Cómo sufres callada
En silencio
El martirio de tu enfermedad.
¿Qué pasa doctor?
¡Dígame, enfermera!
¿Por qué las angustias?
¿Qué tiene mi madre?
¡Díganme, por Dios!
¡Su rostro está lívido!
¡Sus manos violetas!
¿Por qué suda frío?
¿Por qué no despierta?
Mi Dios...
¡Te pido clemencia!
¡Detén a la muerte!
¡Dale una tregua!
¡Déjala vivir!
¡No dejes que muera!
Tu eres Poderoso
¡Ten misericordia!
Dios no me escuchó
Y esa tarde triste
Mi madre murió
La muerte impaciente
se la llevó.
Sin flores ni gente
La noche pasó
Y en la madrugada
Al panteón partió.
La lluvia incesante
Nos acompañó
Hasta el cielo lloró
Este cruel dolor.
Me fuí a la Iglesia
Para reclamar a Dios
Lo que yo llamaba
Crueldad y desamor.
"Dios, no me oíste
¿Por qué no me escuchaste Señor?
Mis súplicas el viento se llevó
y a Tus Oidos no llegó.
Pues Tu, sordo a mi grito
Ciego a mi llanto,
Llamaste a mi madre
Ante Tu Presencia
Dejando mi horfandad
En triste inclemencia.
En la soledad del templo
Perdida mi alma
Transida de pena
Una voz hermosa se dejó oir...
"Hija mía, seca ya esas lágrimas
Que te he amado mucho
Y he escuchado triste
Tu injusto clamor".
"Le he dado a tu madre
Una vida buena
¿No pediste vida?
¡Pues vida le dí!"
"Más no la vida que para ella pedías
Con enfermedades y mucho sufrir,
Llena de dolores y limitaciones."
"Tu súplica sin demora atendí
Tu madre está viva
Tiene vida eterna
¡VIVE JUNTO A MI!!"
Amigos de 60,
este poema pretende ser un homenaje
a nuestras madres que ya no están en
esta vida terrenal, pero que siguen vivas
dentro, muy dentro de nosotros,
envolviéndonos cálidamente en
su suave esencia
y eterno amor.
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