¡MADRE MÍA!
Tú que en todo momento me nombrabas,
pues pronunciando mi nombre te creías
que a tu hijo predilecto le mecías
igual que cuándo en la cuna me cantabas.
Tú, madre cariñosa, que soñabas y pensando
conmigo te dormías, tú que tanto
me adorabas y en mí confiabas
porque de corazón me idolatrabas.
Desde niño tus besos se quedaron
como dardos clavados en mi pecho,
siéndo rosas que no se marchitaron...
Tanto bien mi desgracia no ha deshecho,
tus caricias en mi alma se grabaron
y hoy me abrazan y besan en mi lecho.
Este poema fue escrito en prisión por un reo
que purgaba su condena, en el año 1939.
Prisión Porlier 17/10/1939
Feliz día de las madres, para todas las madrecitas
de esta bonita familia...¡DIOS las bendiga!
Con amor...
Flaquita