Míralos, ahí están, son aquellos que un día se cruzaron en tu vida
queriendo compartir sus tempranas vidas, sin reservas, a corazón abierto.
Escucha sus risas, son las mismas que resonaban en tu alma
y que guardabas en una esquina de tu recuerdo
esas que compartías desde que el sol asomaba pidiendo ser uno más,
hasta que el cielo os ofrecía un hermoso manto cuajado de estrellas
en las que tatuabais vuestros sueños. Continúan ahí
el viento las había guardado entre sus manos para sentir su compañía
en las tardes de soledad
Observa sus brazos, siguen extendidos hacia ti guardando el mismo calor
de esa hoguera que un día encendisteis
por si las noches se hacian frías y os envolvia la tristeza.
Son muchos los días que han quedado atras, distintos soles
los que os han alumbrado a lo largo de vuestro caminar pero
seguís siendo como las ramas del árbol que se dispersan
buscando su pedazo de cielo pero que siguen perteneciendo
a ese gran tronco cada vez más fuerte de vuestra amistad.
Sí, son ellos, tu eterna pandilla a los que el tiempo solo ha
depositado reflejos plateados en sus sienes
Gala
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