Tomás Alva Edison
Anécdota
"Todo hombre sea pronto para oír,
tardo para hablar, tardo para airarse"
(Santiago 1:19)
Anécdota
Cierta vez el general Leffers, director de la compañía de telégrafos más importante de los EE.UU., mandó llamar a a su despacho a Tomás Alva Edison, que en ese momento tenía veinte años de edad y, sin embargo, ya era dueño de varias patentes de inventos que se podían aplicar al telégrafo.
El General, acostumbrado a ir directo al grano, le dijo:
-Lo he hecho venir porque quiero que nos venda los derechos de sus patentes.
¿Cuánto quiere por ellas?
Edison, en más de una ocasión, había pensado en venderlas.
Se quedó en silencio, cavilando sobre la cantidad de tiempo que había empleado en inventar dichas aplicaciones.
Tenía, además, la intención secreta de tener el suficiente dinero
para ocuparse completamente en sus inventos.
Pensó por un instante en pedir cinco mil dólares, una cantidad de dinero considerable para ese tiempo.
Sin embargo, se dijo a sí mismo que probablemente sería mucho dinero,
así que varió mentalmente a tres mil dólares.
Mientras él pensaba, el general lo miraba impaciente y, de pronto, como pensó que Edison lo estaba meditando mucho, interrumpió las cavilaciones del joven y le dijo:
-¿Qué le parece si le pagamos cuarenta mil dólares?
Edison, que relató el incidente a un grupo de amigos, cuenta que de pronto sintió un pequeño desvanecimiento al oír dicha suma, que exedía con creces lo que él pensaba pedir.
Casi en un susurro, con una voz poco convincente, accedió a dicha suma.
LOS SALUDA CON CARIÑO,
JADEmuj.