De: CIELO 53 (Mensaje original) |
Enviado: 26/01/2011 22:55 |
Sombras
Alzad del polvo inerte, del polvo arrebatad el arpa mía, melancólicos genios de mi suerte. Buscad una armonía triste como el afán que me tortura, que me cercan doquier sombras de muerte y rebosa en mi pecho la amargura.
Venid, que el alma siente morir la fe que al porvenir aguarda; venid, que se acobarda fatigado el espíritu doliente mirando alzar con ímpetu sañudo su torva faz al desencanto rudo, y al entusiasmo ardiente plegar las alas y abatir la frente.
¿No veis? Allá a lo lejos nube de tempestad siniestra avanza que oscurece a su paso los reflejos del espléndido sol de la esperanza.
Mirad cuál fugitivas las ilusiones van, del alma orgullo; no como ayer, altivas, hasta el éter azul tienden el vuelo, ni a recibirlas, con piadoso arrullo, sus pórticos de luz entreabre el cielo.
¿Cuál será su destino? Proscritas, desoladas, sin encanto, en el vértigo van del torbellino, y al divisarlas, con pavor y espanto sobre mi pecho la cabeza inclino.
Se estremece el alcázar opulento de bien, de gloria, de grandeza suma, que fabrica tenaz el pensamiento; ¡bajo el peso se rinde que le abruma!
Conmuévese entre asombros, de la suerte a los ímpetus terribles, y se apresta a llorar en sus escombros el ángel de los sueños imposibles.
Venid, genios, venid, y al blando halago de vuestros himnos de inmortal tristeza, para olvidar el porvenir aciago se aduerma fatigada mi cabeza.
Del arpa abandonada al viento dad la gemebunda nota, mientras que ruge la tormenta airada, y el infortunio azota la ilusión por el bien acariciada, y huye la luz de inspiración fecunda, y la noche del alma me circunda.
Mas ¡ah! venid en tanto y adormeced el pensamiento mío al sonoro compás de vuestro canto. ¡Meced con vuestro arrullo el alma sola! Dejad que pase el huracán bravío, y que pasen del negro desencanto las horas en empuje turbulento, como pasa la ola, como pasa la ráfaga del viento.
Dejad que pase, y luego a la vida volvedme, a la esperanza, al entusiasmo en fuego: que es grato, tras la ruda borrasca de la duda, despertar a la fe y a la confianza, y tras la noche de dolor, sombría, cantar la luz y saludar el día.
CIELO_53
26/01/2011
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