PRIMERA LECTURA DEL LIBRO DEL EXODO 1,3-7.
Pero el pueblo, torturado por la sed,
protestó contra Moisés diciendo:
"¿Para qué nos hiciste salir de Egipto?
¿Sólo para hacernos morir de sed, junto con
nuestros hijos y nuestro ganado?".
Moisés pidió auxilio al Señor, diciendo:
"¿Cómo tengo que comportarme con este pueblo,
si falta poco para que me maten a pedradas?".
El Señor respondió a Moisés:
"Pasa delante del pueblo, acompañado de
algunos ancianos de Israel, y lleva en tu mano
el bastón con que golpeaste las aguas del Nilo.
Ve, porque yo estaré delante de ti, allá sobre la roca,
en Horeb.
Tú golpearás la roca, y de ella brotará agua
para que beba el pueblo".
Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos
de Israel.
Aquel lugar recibió el nombre de Masá -
que significa "Provocación"- y de Meribá -
que significa "Querella"- a causa de la acusación
de los israelitas, y porque ellos
provocaron al Señor, diciendo:
"¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?".
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO 95(94),1-2.6-7.8-9.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos
a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos
con música al Señor! ¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros,
el pueblo que él apacienta, las ovejas
conducidas por su mano.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
"No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras.
SEGUNDA LECTURA
San Pablo a los Romanos 5,1-2.5-8.
Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz
con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la
gracia en la que estamos afianzados, y por
èl nos gloriamos en la esperanza de la gloria
de Dios.
Y la esperanza no quedará defraudada, porque
el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo, que nos
ha sido dado.
En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo,
en el tiempo señalado, murió por los pecadores.
Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida
por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz
de morir por un bienhechor.
Pero la prueba de que Dios nos ama es que
Cristo murió por nosotros cuando todavía
éramos pecadores.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGUN
SAN JUAN(4,5-42).
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar,
cerca de las tierras que Jacob había dado a su
hijo José.
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús,
fatigado del camino, se había sentado junto al pozo.
Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo:
"Dame de beber".
Sus discípulos habían ido a la ciudad a
comprar alimentos.
La samaritana le respondió:
"¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a
mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto,
no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios
y quién es el que te dice: 'Dame de beber',
tú misma se lo hubieras pedido, y él te
habría dado agua viva".
"Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar
el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde
sacas esa agua viva?
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob,
que nos ha dado este pozo, donde él bebió,
lo mismo que sus hijos y sus animales?".
Jesús le respondió: "El que beba de esta agua
tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca
más volverá a tener sed. El agua que yo le daré
se convertirá en él en manantial que brotará hasta
la Vida eterna".
"Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua
para que no tenga más sed y no necesite venir
hasta aquí a sacarla".
Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y
vuelve aquí".
La mujer respondió: "No tengo marido".
Jesús continuó: "Tienes razón al decir que
no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes
no es tu marido; en eso has dicho la verdad".
La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña,
y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se
debe adorar".
Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la
hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén
se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros
adoramos lo que conocemos, porque la salvación
viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado,
en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre
en espíritu y en verdad, porque esos son
los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben
hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías,
llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga,
nos anunciará todo".
Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo".
En ese momento llegaron sus discípulos
y quedaron sorprendidos al verlo hablar con
una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó:
"¿Qué quieres de ella?" o "¿Por qué hablas
con ella?".
La mujer, dejando allí su cántaro,
corrió a la ciudad y dijo a la gente:
"Vengan a ver a un hombre que me ha dicho
todo lo que hice. ¿No será el Mesías?".
Salieron entonces de la ciudad y fueron
a su encuentro.
Mientras tanto, los discípulos le insistían
a Jesús, diciendo: "Come, Maestro". Pero él les dijo:
"Yo tengo para comer un
alimento que ustedes no conocen". Los discípulos se preguntaban entre sí:
"¿Alguien le habrá traído de comer?".
Jesús les respondió:
"Mi comida es hacer la voluntad de Aquel
que me envió y llevar a cabo su obra.
Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para
la cosecha. Pero yo les digo:
Levanten los ojos y miren los campos:
ya están madurando para la siega.
Ya el segador recibe su salario y recoge el grano
para la Vida eterna; así el que siembra y el
que cosecha comparten una misma alegría.
Porque en esto se cumple el proverbio:
'Uno siembra y otro cosecha'
Yo los envié a cosechar adonde ustedes no
han trabajado; otros han trabajado, y ustedes
recogen el fruto de sus esfuerzos".
Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído
en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba:
"Me ha dicho todo lo que hice".
Por eso, cuando los samaritanos se acercaron
a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos,
y El permaneció allí dos días.
Muchos más creyeron en él,
a causa de su palabra.
Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo
que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído
y sabemos que él es verdaderamente el
Salvador del mundo".
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!
MEDITACION DE LAS LECTURAS DE HOY
"¿Cómo tú, siendo judío, me pides de
beber a mí, que soy samaritana?"-
Jesús no sigue los parámetros que marca la
sociedad de su tiempo. Se acerca a todos aquellos
que Él sabe pueden estar necesitados
de su mensaje.
Intentemos hacer nosotros lo mismo, sin
rechazar a nadie, saliendo de nuestro círculo
de relaciones.
“…El que beba del agua que yo le daré nunca
más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá
dentro de él en un surtidor de agua que salta
hasta la vida eterna"-
Jesús jamás dejó de beber del agua viva de Dios.
Los constantes momentos, en que se retiraba a orar,
lo corroboran. Y de Él brotó un manantial que
llega hasta nuestros días.
Esa agua Jesús nos la ofrece. Bebamos del agua
viva que nos da su Evangelio, su vida…
para que también de nosotros brote un surtidor
que salte y que nos lleve a decir
"Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió
y llevar a término su obra”
Procuremos con ganas en estos días de Cuaresma
que otros también crean en Cristo y en sus
Palabras por las nuestras
(“…muchos creyeron en él por el testimonio que
había dado la mujer”)
Acompañemos la palabra de nuestro ejemplo
de vida, para que los que nos escuchen y vean,
se conviertan, llegando al final a creer por lo
que ellos mismos oigan, por sentirlo a
Él como Salvador:
"Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos
lo hemos oído y sabemos que él es de verdad
el Salvador del mundo.
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