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LA PALABRA DE DIOS: LECTURAS Y SANTO EVANGELIO DEL IV DOMINGO DE CUARESMA. 3 DE ABRIL/11
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De: ADMINISTRADORES  (Mensaje original) Enviado: 02/04/2011 08:06

PRIMERA LECTURA

DEL LIBRO DE SAMUEL
         16: 1, 6 - 7, 10 - 13
1

Dijo Yahveh a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.»

 

6

Cuando ellos se presentaron vio a Eliab y se dijo: «Sin duda está ante Yahveh su ungido.»

 

7

Pero Yahveh dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón.»

 

10

Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: «A ninguno de éstos ha elegido Yahveh.»

 

11

Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿No quedan ya más muchachos?» El respondió: «Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño.» Dijo entonces Samuel a Jesé: «Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido.»

 

12

Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo Yahveh: «Levántate y úngelo, porque éste es.»

 

13

Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh. Samuel se levantó y se fue a Ramá.

                       PALABRA DE DIOS

               ¡TE ALABAMOS SEÑOR!

 

 

SALMO  23: 1 - 6
1

Salmo. De David. Yahveh es mi pastor, nada me falta.

 

2

Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce,

 

3

y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.

 

4

Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.

 

5

Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa.

 

6 Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días.

 

 

SEGUNDA LECTURA

DEL LIBRO EFESIOS     
            5: 8 - 14

 
8

Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz;

 

9

pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad.

 

10

Examinad qué es lo que agrada al Señor,

 

11

y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas.

 

12

Cierto que ya sólo el mencionar las cosas que hacen ocultamente da vergüenza;

 

13

pero, al ser denunciadas, se manifiestan a la luz.

 

14

 

Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo.

               PALABRA DE DIOS

       ¡TE ALABAMOS SEÑOR!

 

 

PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN JUAN

    ¡GLORIA A TI, SEÑOR!

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos:

«Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». Respondió Jesús:

«Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo».

 

Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo.

Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían:

"¿No es éste el que se sentaba para mendigar?". Unos decían: "Es él". "No, decían otros, sino que es uno que se le parece".

Pero él decía: "Soy yo".

 Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?». Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloé y lávate’. Yo fui, me lavé y vi». Ellos le dijeron: «¿Dónde está ése?». El respondió: «No lo sé».

Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo:

«Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo».

Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?». Y había disensión entre ellos. Entonces le dicen otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de Él, ya que te ha abierto los ojos?». Él respondió: «Que es un profeta».

No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron:

«¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?». Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo».

 Sus padres decían esto por miedo por los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; preguntádselo a él».



Le llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo».

Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?». Él replicó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?».

Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es».

El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada».

Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros?». Y le echaron fuera.

Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo:

«¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».

Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él.

Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos».

Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «Es que también nosotros somos ciegos?».

Jesús les respondió: «Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: ‘Vemos’ vuestro pecado permanece».

PALABRA DEL SEÑOR

¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!

 

 

MEDITACION DE LA PALABRA

Hoy, cuarto domingo de Cuaresma —llamado domingo “alegraos”— toda la liturgia nos invita a experimentar una alegría profunda, un gran gozo por la proximidad de la Pascua.



Jesús fue causa de una gran alegría para aquel ciego de nacimiento a quien otorgó la vista corporal y la luz espiritual. El ciego creyó y recibió la luz de Cristo. En cambio, aquellos fariseos, que se creían en la sabiduría y en la luz, permanecieron ciegos por su dureza de corazón y por su pecado.

 De hecho, «No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista» (Jn 9,18).



¡Cuán necesaria nos es la luz de Cristo para ver la realidad en su verdadera dimensión!

Sin la luz de la fe seríamos prácticamente ciegos.

Nosotros hemos recibido la luz de Jesucristo y hace falta que toda nuestra vida sea iluminada por esta luz. Más aun, esta luz ha de resplandecer en la santidad de la vida para que atraiga a muchos que todavía la desconocen.

Todo eso supone conversión y crecimiento en la caridad. Especialmente en este tiempo de Cuaresma y en esta última etapa.

San León Magno nos exhorta: «Si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos días de Cuaresma nos invitan a hacerlo de manera más urgente».


Sólo una cosa nos puede apartar de la luz y de la alegría que nos da Jesucristo, y esta cosa es el pecado, el querer vivir lejos de la luz del Señor.

Desgraciadamente, muchos —a veces nosotros mismos— nos adentramos en este camino tenebroso y perdemos la luz y la paz.

 San Agustín, partiendo de su propia experiencia, afirmaba que no hay nada más infeliz que la felicidad de aquellos que pecan.



La Pascua está cerca y el Señor quiere comunicarnos toda la alegría de la Resurrección. Dispongámonos para acogerla y celebrarla.

 

«Vete, lávate» (Jn 9,7), nos dice Jesús…

 ¡A lavarnos en las aguas purificadoras del sacramento de la Penitencia! Ahí encontraremos la luz y la alegría, y realizaremos la mejor preparación para la Pascua.

POR LA LECTURA DEL EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.

AMEN!

 

 
 
 
 
 
 
 
 


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