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LA PALABRA DE DIOS: LECTURA Y SANTO EVANGELIO DEL IV MARTES DE CUARESMA. 5 ABRIL/11
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De: ADMINISTRADORES  (Mensaje original) Enviado: 04/04/2011 03:51
 

PRIMERA LECTURA DEL LIBRO DE EZEQUIEL 47: 1- 9, 12

1

Me llevó a la entrada de la Casa, y he aquí que debajo del umnbral de la Casa salía agua, en dirección a oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia oriente. El agua bajaba de debajo del lado derecho de la Casa, al sur del altar.

 

2

Luego me hizo salir por el pórtico septentrional y dar la vuelta por el exterior, hasta el pórtico exterior que miraba hacia oriente, y he aquí que el agua fluía del lado derecho.

 

3

El hombre salió hacia oriente con la cuerda que tenía en la mano, midió mil codos y me hizo atravesar el agua: me llegaba hasta los tobillos.

 

4

Midió otros mil codos y me hizo atravesar el agua: me llegaba hasta las rodillas. Midió mil más y me hizo atravesar el agua: me llegaba hasta la cintura.

 

5

Midió otros mil: era ya un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido hasta hacerse un agua de pasar a nado, un torrente que no se podía atravesar.

 

6

Entonces me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?» Me condujo, y luego me hizo volver a la orilla del torrente.

 

7

Y a volver vi que a la orilla del torrente había gran cantidad de árboles, a ambos lados.

 

8

Me dijo: «Esta agua sale hacia la región oriental, baja a la Arabá, desemboca en el mar, en el agua hedionda, y el agua queda saneada.

 

9

Por dondequiera que pase el torrente, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Los peces serán muy abundantes, porque allí donde penetra esta agua lo sanea todo, y la vida prospera en todas partes adonde llega el torrente.

 

12

A orillas del torrente, a una y otra margen, crecerán toda clase de árboles frutales cuyo follaje no se marchitará y cuyos frutos no se agotarán: producirán todos los meses frutos nuevos, porque esta agua viene del santuario. Sus frutos servirán de alimento, y sus hojas de medicina."

PALABRA DE DIOS

¡TE ALABAMOS SEÑOR!

SALMO 46: 2- 3. 5- 6, 8-9

2

Dios es para nosotros refugio y fortaleza, un socorro en la angustia siempre a punto.

 

3

Por eso no tememos si se altera la tierra, si los montes se conmueven en el fondo de los mares,

 

5

¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios, santificando las moradas del Altísimo.

 

6

Dios está en medio de ella, no será conmovida, Dios la socorre al llegar la mañana.

 

8

¡Con nosotros Yahveh Sebaot, baluarte para nosotros, el Dios de Jacob!

 

9

Venid a contemplar los prodigios de Yahveh, el que llena la tierra de estupores.

PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN JUAN 5, 1- 3.5-16

¡GLORIA A TI, SEÑOR!

Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos.

En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua.

Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’». Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar.

Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor».

El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

PALABRA DEL SEÑOR

¡GLORIA A Tì, SEÑOR JESUS!

MEDITACION DE LA PALABRA DE HOY

Hoy, san Juan nos habla de la escena de la piscina de Betsaida. Parecía, más bien, una sala de espera de un hospital de trauma: "Yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos" (Jn 5,3). Jesús se dejó caer por allí.

¡Es curioso!: Jesús siempre está en medio de los problemas. Allí donde haya algo para “liberar”, para hacer feliz a la gente, allí está Él.

 Los fariseos, en cambio, sólo pensaban en si era sábado. Su mala fe mataba el espíritu. La mala baba del pecado goteaba de sus ojos. No hay peor sordo que el que no quiere entender.

El protagonista del milagro llevaba treinta y ocho años de invalidez. "¿Quieres curarte?"  le dice Jesús.

 Hacía tiempo que luchaba en el vacío porque no había encontrado a Jesús. Por fin, había encontrado al Hombre.

Los cinco pórticos de la piscina de Betsaida retumbaron cuando se oyó la voz del Maestro: "Levántate, toma tu camilla y anda" Fue cuestión de un instante.

La voz de Cristo es la voz de Dios.

 Todo era nuevo en aquel viejo paralítico, gastado por el desánimo.

 Más tarde, san Juan Crisóstomo dirá que en la piscina de Betsaida se curaban los enfermos del cuerpo, y en el Bautismo se restablecían los del alma; allá, era de cuando en cuando y para un solo enfermo. En el Bautismo es siempre y para todos. En ambos casos se manifiesta el poder de Dios por medio del agua.

El paralítico impotente a la orilla del agua, ¿no te hace pensar en la experiencia de la propia impotencia para hacer el bien? ¿Cómo pretendemos resolver, solos, aquello que tiene un alcance sobrenatural? ¿No ves cada día, a tu alrededor, una constelación de paralíticos que se “mueven” mucho, pero que son incapaces de apartarse de su falta de libertad?

El pecado paraliza, envejece, mata.

Hay que poner los ojos en Jesús. Es necesario que Él —su gracia— nos sumerja en las aguas de la oración, de la confesión, de la apertura de espíritu.

 Tú y yo podemos ser paralíticos sempiternos, o portadores e instrumentos de luz.


POR LA LECTURA DEL EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.

AMEN

                                                                                                                                                      

 
 


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