BIENAVENTURADOS
Bienaventurados los conciliadores
que siembran armonías entre la gente,
en este mundo febril e indiferente
en que conviven las armas y las flores.
Los que conservan obrando con mesura,
la virtud elemental del optimismo,
y al mismo tiempo con las otras criaturas.
Bienaventurados los seres aquellos
que supieron encontrar el derrotero
hacia la gloria del triunfo con esmero,
sin dejarse deslumbrar por sus destellos.
Y bienaventurados los que abandonan
con donaire, la vana y necia porfía
en cuanto al caudal de la sabiduría,
cuyo valioso aporte jamás pregonan.
Bienaventurados por ser a toda hora
como aquel arrebolado despertar,
en que la enhiesta copa del ciprés dora
con sus rayos, la primer lumbre solar.
ADA BARCELÓ DE CASTRO
SORBER.