SALMO 118(117),1-2.4.22-24.25-27a.
¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor!
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, y él nos ilumina. "Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar".
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
¡Honor y gloria a Ti, Señor Jesùs!
"No sòlo de pan vive el hombre, tambièn de la palabra que sale de la boca de Dios"
¡Honor y gloria a Ti, Señor Jesùs!
PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN JUAN 21,1-14.
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así:
estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros".
Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.
Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No".
El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!
MEDITACION
« Jesús está en la orilla »
¡Es el Señor!
Como la primera vez. Otra vez Cristo se asoma a la rivera de nuestras vidas para dejarse ver de quien tiene los ojos sublimados por la fe. Y sin exigir nada. Sin obligar a nadie. Sólo se deja ver dando.
Pedro había regresado a su antiguo oficio. Quizás así podía asimilar todo lo que había vivido durante esos intensos días de pascua.
Ahora nuevamente el Señor se le presenta y no lo conoce. Están todos fatigados y malhumorados. Nadie puede sentir paz cuando no tiene a Cristo dentro.
En ese momento el Señor les habla: “¿tenéis peces?” Podrían no haberle hecho caso. Pero optan por una elemental educación. Responden: “¡No!” Ahora el desconocido les señala cómo obtenerlas: “Echad...” Pudieron no haberle hecho caso.
¿Quién era ése para decirles lo que ellos bien sabían hacer? El hecho es que le hacen caso, hacen un acto de fe, como la primera vez en que Pedro en Su Nombre echó las redes. Ahora lo hacían sabiendo que no era momento de peces.
Y, ¡cuál fue su sorpresa! Porque quien confía en el Señor no puede no recibir más de lo que espera. Es por eso que Juan lo reconoce: “¡Es el Señor!” Porque han creído al Desconocido y han sido premiados con la fe en Él.
Pedro, se deja llevar por su corazón, un corazón que añoraba al Señor y su misericordia.
Ha comprendido en qué consiste ser pescador y dejarse amar por el Señor que lo busca con su perdón.
Y como Cristo quería peces, es Pedro quien saca las redes, símbolo de las almas del apóstol.
Ha sido Cristo el que ha dado los frutos ciertamente, pero ellos han secundado su acción. Pedro le ofrece los peces.
Jesús trae la paz a nuestras vidas. Su resurrección es causa de gozo y paz espiritual para nuestros corazones afligidos y congojados.
Ya no más penas ni tristezas. No podemos seguir con los ojos cerrados. ¡Cristo ha resucitado de entre los muertos!
Sabemos que quien quiere llegar a Dios debe pasar primero por la cruz y el sacrificio de cada día, pero cómo nos cuesta en el instante mismo cuando la cruz se hace pesada. No somos capaces de sufrir por Cristo, mientras que Él murió por salvarnos.
Jesùs ha dado "los frutos" para nuestra salvaciòn, ahora debemos guiar a los demás ofreciendoles esos "frutos".
Cristo es la resurrección y la vida.