Tres formas de hacer daño a Dios. Hay tres formas de hacer sufrir y llorar a una madre. Además de la más elemental, que sería atacarle a ella directamente: golpeándola o insultándola, hay otras dos en las que le podemos hacer sufrir igualmente. Una de ellas es hacer algo malo a mi hermano. Si yo le doy una paliza a un hermano mío y mi madre se entera, le dolerá incluso más que si la maltrato a ella.
Otra forma de hacerle sufrir es hacer algo que sea malo para mí, algo que me empeora. Como mi madre me quiere eso le dolerá. Imagínate que ve cómo te cortas un brazo... no lo aguantaría.
Dios te ve siempre -no como un espía sino como alguien que te quiere mucho- y sufre cada vez que te ve hacer algo que hace daño a otra persona, porque esa otra persona es hija de Él y cada vez que te ve hacerte daño a ti mismo, y cada vez que te ve hacer algo que le hace daño a Él. Por eso es bueno que todas las noches, cuando te acuestes, hagas un repaso del día, un examen de conciencia y pidas perdón a Dios por esas cosas que Él ha visto y no le han gustado.
El examen de conciencia lo puedes hacer así: ¿Cómo me he portado con Dios? ¿Cómo me he portado con los demás? ¿Cómo me he portado conmigo mismo? Dios mío, a partir de ahora haré el examen todas las noches. Y te pediré perdón por el daño que haya hecho cada día de alguna de estas tres formas. Y también te agradeceré tu compañía. ¡Recuérdamelo! y gracias.
DIOS como el Padre Bueno que es, se duele profundamente cuando uno de sus hijos es lastimado por otro o por sì mismo. Su reacciòn es sanarlo, consolarlo y ayudarlo a ponerse de pie.
Si alguien nos lastima, no tomemos venganza, no lo pensemos siquiera, porque dentro de todo, nos està haciendo un favor...¡nos està acercando al Consuelo Bendito de DIOS! unicamente tenemos que permitirle a EL, que sane nuestras heridas...¿còmo? abandonàndonos en los Brazos Amorosos de Nuestro Padre, con plena confianza, con toda la fe, pero desde luego, con el alma limpia de rencores, de resentimientos y sin sed de venganza, perdonando primeramente a nuestro agresor, ya que reitero: ¡nos ha beneficiado con el mejor regalo!
Si nos lastimamos nosotros mismos, DIOS nos abre los brazos, quiere cobijarnos en ellos, quiere lavar las heridas del alma que nos orillan a autolastimarnos, si aceptamos ese consuelo...nuestra vida cambia totalmente.
Gracias Celi querida amiga mìa, por enriquecer este rinconcito...¡me encantò tu mensaje!