Un señor pálido y espiritado llegó con el doctor. "Sufro un continuo dolor de cabeza" -se quejo con voz desfallecida. Le pregunta el galeno : "¿Fuma usted?". "Nunca he fumado -responde el individuo-. Mi cuerpo es templo del Espiritu Santo: no puedo profanarlo inhalando vil humo del cigarro". "Muy bien -dice el doctor-. ¿Bebe?. "¡De ninguna manera! -se indigna el hombre-. ¿Cómo me cree usted capaz de semejante pecado contra la templanza que es una de las cuatro virtudes cardinales?". "Perdone -se disculpa el médico apenado-. ¿Usa el sexo?". "¡Nunca! -replica el individuo irguiéndose con aire de ofendido-. La bestia de las dos espadas, como muy bien llamo Guillermo Shakespeare al ayuntamiento carnal, es impúdica y vitanda badomía que rechazo con todas las fuerzas de mi ser. ¡Soy casto y honesto, señor mío!". -Perfectamente- dice en ese punto el médico-. Entonces ya sé el motivo de su dolor de cabeza". "¿Cuál es" -pregunta con ansiedad el hombre-. Responde el doctor: "Seguramente le aprieta la aureola"
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Afligida ; llena de compunción; atribulada; poseida por pesadumbre inmensa; dolorida; presa de abatimiento y de congoja; invadida por la tristeza y el pesar; mustia y cuitada; con gran melancolía y desconsuelo, una señora les dice a sus amigas: "Mi marido y yo fuimos a Veracruz. El se quedo mirando a una muchacha. Eso me molestó, y le dije: "Quítale esa brillante cabellera, esa cara de artista, ese cuello de cisne, esos senos enhiestos, esa cintura de avispa, esas caderas redondeadas, esas torneadas piernas y ¿que queda?...
Mi marido me contestó: "Tú".
*******************dill***************