De: ADMINISTRADORES (Mensaje original) |
Enviado: 19/07/2011 10:05 |
MARTES DE LA XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO JULIO 19/2011
PRIMERA LECTURA
DEL LIBRO DEL EXODO 14,21-31.15,1.
Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron, y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla a derecha e izquierda.
Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del Faraón, sus carros y sus guerreros, entraron detrás de ellos en medio del mar.
Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas egipcias desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos. Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que avanzaran con dificultad.
Los egipcios exclamaron: "Huyamos de Israel, porque el Señor combate en favor de ellos contra Egipto".
El Señor dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros".
Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el Señor los hundió en el mar. Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni uno solo se salvó.
Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda.
Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los egipcios. Israel vio los cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla del mar, y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto.
El pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor: "Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria: él hundió en el mar los caballos y los carros.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
LIBRO DEL EXODO 15,8-9.10.12.17.
Al soplo de tu ira se agolparon las aguas, las olas se levantaron como un dique, se hicieron compactos los abismos del mar.
El enemigo decía: "Los perseguiré, los alcanzaré, repartiré sus despojos, saciaré mi avidez, desenvainaré la espada, mi mano los destruirá".
Tú soplaste con tu aliento, y el mar los envolvió; se hundieron como plomo en las aguas formidables. Extendiste tu mano y los tragó la tierra.
Tú lo llevas y lo plantas en la montaña de tu herencia, en el lugar que preparaste para tu morada, en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos.
PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 12,46-50.
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él.
Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?".
Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
MEDITACION
«El que hace la voluntad de mi Padre..., ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»
«Mis pensamientos no son vuestros pensamientos», dice el Señor(Is.55,8).
El mérito, no consiste en hacer mucho o en mucho dar, sino en recibir, en amar mucho. Se ha dicho, que "es mucho más dulce dar que recibir", y es verdad; pero cuando Jesús quiere reservarse para sí la dulzura de dar, no sería delicado negarse.
Dejémosle tomar y dar todo lo que quiera, la perfección consiste en hacer Su Voluntad, y el alma que se entrega enteramente a El es llamada por Jesús mismo "su madre, su hermana" y toda su familia.
En Juan 14, 23 dice: "Si alguno me ama, guardará mi palabra" (es decir, hará mi voluntad) y "mi Padre le amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada".
¡Oh, qué fácil es complacer a Jesús, cautivarle el corazón! No hay que hacer más que amarle, sin mirarse uno a sí mismo, sin examinar demasiado los propios defectos...
Nuestro director, que es Jesús, no nos enseña a contar nuestros actos, nos enseña a hacerlo todo por amor, a no negarle nada, a estar contentos cuando El nos ofrece una ocasión de probarle que le amamos; pero esto se hace en la paz y en el abandono a Su Infinito Amor.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMEN!
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