FLORES SILVESTRE
Sobre paisajes agrestes al contemplar se presiente cierto prodigio silente de bellas flores silvestres.
Azules, ocres o lilas, rosa tenue o carmín, dilátense mis pupilas contemplándolas al fin.
Si cual ardiente crisol, en largas tardes de estío mustia las flores del sol, súbito cobran el brío.
Y es que la lluvia estival ante el calor se conduele, pues toda sed vegetal con sus gotas calmar suele.
Son sus pétalos de seda, y no existe genio humano cuya ciencia sembrar pueda, lo que Dios con sabia mano.
Autor: Ada Barceló de Castro
Ketty
|