HOMBRE CON VIOLÍN
Esos hombres del violín llevan su voz en el brazo como la vena firme de una canción muchacha.
Van celándola dulces, con los ojos cerrados, todos brasa y suspiro del ensueño que llueve diminuto rocío de aprisionadas flores en los cuerpos fragrantes de sus violines músicos, aun con hojas y aromas del encendido bosque.
Un violín es la voz de una fuente con viento a la que brizan ásperos y dulcísimos soplos.
Lo sabe quien lo pulsa, y flotan sus cabellos como yerba que sube por el tronco de un árbol, mientras la mano empuja hacia el cielo las cuerdas y la otra recorre con el arco un zodíaco.
En rubio; huele a nardo en la noche con luna, y de jazmines siembra la abandonada tarde.
Tan delgado y ligero como fueron las ninfas, sinuoso y con algas, como verde sirena.
Es la voz que prefiere la Primavera fría.
Y al Otoño le cuenta que se fueron las aves.
Los cipreses la exhalan. El calor de los vuelos en los violines junta con las plumas los nidos.
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