Te he visto, por el parque ceniciento que los poetas aman para llorar, como una noble sombra vagar, envuelto en tu levita larga. El talante cortés, ha tantos años compuesto de una fiesta en la antesala, —¡qué bien tus pobres huesos ceremoniosos guardan!— Yo te he visto, aspirando distraído, con el aliento que la tierra exhala —hoy, tibia tarde en que las mustias hojas húmedo viento arranca—, del eucalipto verde el frescor de las hojas perfumadas.
Y te he visto llevar la seca mano a la perla que brilla en tu corbata. |