¡OH AMOR!
¡Oh Amor, pasto invisible De mi corazón, qué lejos A tus calladas posadas con hambre De amanecer me llego, Primera faz del gozo, Consuelo abierto
Entre dormidos pétalos, Qué blanco tu martirio, Tu eternidad -tu edad- Tus últimos ojos abiertos De quien te asila esplendor!
Señor en un níveo rosal transfigurado De ti quedan las rosas, El blanco de los días que te exclama.
¿En qué nuevos hilos tu luz Descenderá, y rodeándote El interior de la tierra A adorarte acudirá?
Ved esta sombra esperanzada, Estos brazos levantados Y el afanoso vivir que los sepulta:
¡Oh amargura de existir, De soñar tan sólo acostumbrado! ¡El incendio -estoy en llamas puras- De tu imagen en mi pensamiento!
Nada aqueja ya tu cielo Tu reinado las tardes esparcen. ¡El sol de tus brazos abiertos! Y espuma blanca es tu perfil Entre las rocas.
Mas quién pudiera una noche Robarse tu muerte divina Hablarte cuando todos callan Rodearte ¡oh mortal maravilla! En polvo, cuando todos hablan.
Y cual los escombros que aguardan caer Desde sus sombras inertes, Dejados por su curso de astro plebe, Hacer de ti un castillo inútil Habitado por un pensamiento...
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