Viernes de la XX Semana del Tiempo Ordinario
AGOSTO 19 DEL 2011-08-07
PRIMERA LECTURA
DEL Libro de Rut 1,1.3-6.14b-16.22.
Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos.
Al morir Elimélec, el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos. Estos se casaron con mujeres moabitas - una se llamaba Orpá y la otra Rut - y así vivieron unos diez años.Pero también murieron Majlón y Quilión, y Noemí se quedó sola, sin hijos y sin esposo.
Entonces se decidió a volver junto con sus nueras, abandonando los campos de Moab, porque se enteró de que el Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento.
Ellas volvieron a prorrumpir en sollozos, pero al fin Orpá despidió a su suegra con un beso, mientras que Rut se quedó a su lado. Noemí le dijo: "Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella". Pero Rut le respondió: "No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
Así regresó Noemí con su nuera, la moabita Rut, la que había venido de los campos de Moab. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO 146(145),5-6.7.8-9a.9bc-10.
Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios: él hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. El mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados.
El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados. El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados.
El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. ¡Aleluya!
PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 22,34-40.
¡GLORIA A TI SEÑOR!
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS!
MEDITACION
El grande y primer mandamiento»
Para poder amar mucho a Dios en el cielo, es necesario, en primer lugar, amarlo mucho en la tierra. El grado de nuestro amor a Dios, al final de nuestra vida, será la medida de nuestro amor de Dios durante la eternidad.
En la respuesta a los fariseos que preguntan cuál es el mandamiento mayor de la Ley, Jesús añade uno segundo que es semejante al primero: “El amor al prójimo”.
A la luz del Evangelio me enseñas a ver, Señor, que tus mandamientos no me están imponiendo una regla o un precepto que limita la vida sino que me están proponiendo aceptar recorrer un camino cuyo principio y fin es Dios. Y para ello, es toda la persona que se involucra, con su alma, su mente y su corazón, como nos lo estás diciendo Tú, Señor.
Abrir el corazón para amar a Dios, me pide quitar esos blindajes que con la vida y el tiempo he ido colocando a mi favor. La mente, Jesús, sabe que Tú eres la verdad que ha buscado y que hay que buscar, y formarla e informarla a tono con ello es mi razón de amar. Y el alma que gime, pide y ansia la Suprema Bondad, se rinde gustosa ante Ti, Señor, y sólo encuentra en amarte, su bien y su paz.
He de amar a mi prójimo porque así me lo pides, Señor, y porque sólo si lo hago, estaré amándote a Ti.
Uniste este mandamiento al amor que por Dios, mi Señor, he de vivir y no puedo más que acoger la exigencia y ver en mis semejantes los destinatarios del amor que yo quiero expresarte.
Como a mí mismo he de amar a mi prójimo y me pongo a pensar que, de lo que busco y quiero para mí, he de procurar que no carezca él.
La dignidad de haber sido creados, él y yo, a imagen y semejanza de Dios, y el hecho de que Jesucristo tanto a él como a mí, con su vida, nos redimió, nos sitúa en un plano de igualdad tal, que el mandamiento se ve como consecuencia natural de esta verdad.
Me pide tu Evangelio hoy que revise la relación que llevo con quienes vivo, convivo, o socializo, y que si hay por mi parte faltas al amor, proponga enmendarme, si es que realmente quiero amar a Dios.
Quien no trata de vivir efectivamente el amor al prójimo, está fuera del círculo inmenso de apóstoles de Jesucristo.
Propósito
Dar a Jesucristo una muestra efectiva de amor al prójimo.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMEN!
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