LA MUERTE, NO ES EL FIN DE LA VIDA...
La muerte no es el fin de la vida, como ignorantemente nos han hecho creer, la muerte es el paso de una etapa de vida a otra.
Es como el quitarse un traje con el que el hombre se encuentra vestido con su acostumbrada ropa interior (el cuerpo espiritual).
Pero que, aun cuando por ser tanto más fino, San Pablo lo llamó el “espiritual”, es siempre un cuerpo, y por consiguiente, material, aunque la materia de la cual se compone sea mucho más fina que cualquiera de las conocidas comúnmente por nosotros.
El cuerpo físico sirve al espíritu como medio. Sin ese cuerpo como instrumento no le sería posible comunicarse con este mundo, ni recibir impresiones de él.
El cuerpo espiritual sirve exactamente para el mismo propósito; el de actuar como intermediario del espíritu con el mundo superior y espiritual.
Pero este mundo espiritual no es algo vago, lejano y fuera de alcance; es, sencillamente, una parte superior del mundo que actualmente habitamos.
Hay otros mundos mucho más elevados y más remotos; afirmo sólo que lo que comúnmente se llama muerte no tiene nada que ver con ellos, y que es meramente un traspaso de una etapa o condición a otra, en este mundo que todos conocemos.
Puede decirse que el hombre que hace tal cambio se vuelve invisible para ti; si lo piensas bien, verás que el hombre siempre te ha sido invisible, que lo que acostumbras mirar es únicamente el cuerpo que él habitaba.
Ahora él habita otro cuerpo más delicado, el cual se encuentra más allá de tu vista ordinaria; pero no necesariamente, de modo alguno, fuera de tu alcance.
Autor: Lucero
Ketty
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