XXIII Domingo del Tiempo Ordinario A
Sept. 4 del 11
PRIMERA LECTURA
DEL LIBRO DE EZEQUIEL 33,7-9.
También a ti, hijo de hombre, yo te he puesto como centinela de la casa de Israel: cuando oigas una palabra de mi boca, tú les advertirás de mi parte.
Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
Si tú, en cambio, adviertes al malvado para que se convierta de su mala conducta, y él no se convierte, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida.
PALABRA DE DIOS ¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO 95(94),1-2.6-7.8-9.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor!
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
"No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras.
SEGUNDA LECTURA
DE LA CARTA DE SAN PABLO A LOS ROMANOS 13,8-10.
Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.
Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.
PALABRA DE DIOS ¡TE ALABAMOS SEÑOR!
PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 18,15-20.
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS!
MEDITACION
¡Con lo sencillo que resulta criticar a los demás a su espalda y ahora Jesús viene a explicarnos otra forma radicalmente distinta de hablar de los demás! Las formas y los caminos de Dios no son los nuestros –resulta evidente-; seguimos pensando como los hombres y no como Dios.
Si miramos en el fondo de nuestro corazón –y quizá no tan en el fondo- nos cuesta sentirnos responsables de los demás.
Preferimos “dejarlos en paz y ocuparnos de lo nuestro”. Y sin embargo, Jesús nos ha enseñado la importancia de la corrección fraterna oportuna. Sólo desde el cariño y la actitud de misericordia se puede vivir de verdad este tipo de corrección.
Jesús hace responsable a todos los miembros de la comunidad; todos pendientes unos de otros, puesto que nadie debe ser extraño para mí: me debo sentir responsable del bien de los demás.
Si mi hermano va por mal camino, debo buscar el mejor modo de ponerle en guardia y animarle a que recapacite, ayudarle a que vea el camino que debe seguir.
Esto no significa que debemos tener a mano la lupa que mira al detalle los defectos de los demás; ¡más nos valdría mirarnos a nosotros mismos primero! Pero sí es cierto que estas palabras de Jesús nos hacen responsables, también, de la suerte de nuestros hermanos.
¿Cómo hacerlo? El mismo Jesús nos lo explica. Empezando por el diálogo de tú a tú, o sea, a modo de hermanos, sin agresividad, buscando el bien de la persona, no hablando a espaldas, ni difundiendo a los cuatro vientos los defectos de los demás, sino teniendo la valentía de hablarle a la persona concreta.
Claro que resulta complicado, sobre todo porque tenemos miedo a cómo se reaccionará.
Pero el amor al hermano no se muestra sólo diciéndole palabras amables y de alabanza, sino también, cuando haga falta, con una de ánimo o de corrección.
Podemos dar muchísimas palmaditas en la espalda para felicitar a un hermano nuestro cuando ha conseguido un gran proyecto, pero no tenemos la valentía y la humildad suficiente como para corregirlo cuando se ha equivocado en algo.
La corrección fraterna es un ejercicio de piedad y de misericordia, porque sólo desde el amor real a los que tenemos al lado pueden salir unas palabras que ayuden a ver qué es lo que se está haciendo mal.
Y al final del evangelio de hoy, unas palabras que nos llenan de consuelo a los cristianos: donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo.
Esa confianza de saber que Cristo camina a nuestro lado es la que nos mueve a vivir los valores que están enraizados en el evangelio, en una Buena Noticia de salvación que nos proporciona la felicidad.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÉN!
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