MEDITACION
La acción del reino de Dios tiene como consecuencia una confrontación entre Jesús y las autoridades religiosas de Galilea.
Escribas y fariseos interpretan de tal manera la Ley que las personas terminan en su mayoría siendo culpabilizadas como pecadoras, y como tales necesariamente tendrán que pagar servicios al Templo y a los sacerdotes para expiar sus culpas. Este sistema de culpas y pagos lleva a empobrecer a los débiles y a enriquecer a los fuertes.
Jesús tenía que chocar con un sistema así y con sus representantes, escribas y fariseos.
Jesús no admite que a los pobres se les culpabilice y excluya de la comunidad por su pobreza, o a las mujeres por ser mujeres, o a los discapacitados por ser discapacitados.
La pregunta de Jesús en medio de la sinagoga está orientada a recuperar el significado de la religión para los seres humanos: el sábado es para salvar la vida. Toda la vida; de las personas y de la naturaleza. Así nació esa institución del descanso sabatino: un Dios que al final se goza de las maravillas que ha creado, y revisa cómo funcionan. No se puede hacer del sábado una religión para condenar, culpabilizar y excluir.
¡Con razón había que discutir "qué hacer con Jesús"!
Una vez más nos encontramos con la controversia de Jesús con los fariseos y maestros de la ley en torno al descanso sabático.
El sábado fue una institución creada para garantizar el descanso de todos, incluidos los animales y la tierra. Pero en los tiempos de Jesús el sábado se había convertido en un medio de dominación y deshumanización.
Había 39 actividades prohibidas en día sábado. En ellas estaba incluida la de no curar. Jesús cuestiona severamente a sus interlocutores sobre la conveniencia de realizar el bien o el mal en día sábado. Por supuesto que la respuesta no podría ser que estaba permitido hacer el mal. Pero para Jesús el hecho de no hacer el bien es ya hacer el mal.
La curación del paralítico de la mano derecha le sirve a Jesús para subrayar que el sábado es el gran día de la misericordia y del amor de Dios. El sábado, como toda la ley, debe estar al servicio de la vida y de la dignidad humana
Jesús no es partidario de las medias tintas. Está en juego la integridad del hombre. La pregunta que les dirige es directa y penetrante: «¿Qué está permitido en día de precepto hacer el bien o hacer daño, salvar una vida o destruirla?». Un hombre mutilado por la Ley es como una vida que se va apagando.
Con tal de salvar una vida, Jesús arriesga la suya. «Extiende el brazo», dice al hombre, como quien dice: «¡Recupera tu capacidad de actuar como persona libre!», aunque el precepto sabático lo prohibía. Él lo hizo, y su brazo recuperó las funciones normales. «Ellos se pusieron furiosos y discutían unos con otros qué podrían hacer con Jesús». Toda una declaración de guerra. Ya no necesitan más pruebas. Han visto con sus propios ojos que la teología liberadora de Jesús hace estragos en sus dominios ancestrales. Con los hombres libres y con capacidad de iniciativa se ven absolutamente impotentes. Se impone hacer desaparecer a Jesús.
Padre Juan Alarcón Cámara S.J