Viernes 23 DE SEPTIEMBRE/2011
primera lectura
Del libro del profeta Ageo: 1, 1-8
1, 15-2, 9
El día veintiuno del séptimo mes del año segundo del reinado de Darío, la palabra del Señor vino, por medio del profeta Ageo, y dijo:
"Diles a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judea, y a Josué, hijo de Yosadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo: `¿Queda alguien entre ustedes que haya visto este templo en el esplendor que antes tenía? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿Acaso no es muy poca cosa a sus ojos?
Pues bien, ¡ánimo!, Zorobabel; ¡ánimo!, Josué, hijo de Yosadac, sumo sacerdote; ¡ánimo!, pueblo entero. ¡Manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes dice el Señor de los ejércitos Conforme a la alianza que hice con ustedes, cuando salieron de Egipto, mi espíritu estará con ustedes No teman'.
Esto dice el Señor de los ejércitos: 'Dentro de poco tiempo conmoveré el cielo y la tierra, el mar y los continentes.
Conmoveré a todos los pueblos para que vengan a traerme las riquezas de todas las naciones y llenaré de gloria este templo.
Mía es la plata y mío es el oro. La gloria de este segundo templo será mayor que la del primero, y en este sitio daré yo la paz', dice el Señor de los ejércitos".
Palabra de Dios.
¡Te alabamos, Señor!.
salmo responsorial 42 R/.
Responso: “Envíame, Señor, tu luz y tu verdad”.
Defiéndeme, Señor, hazme justicia contra un pueblo malvado; del hombre tramposo y traicionero ponme a salvo. R/.
Si tú eres de verdad mi Dios-refugio, ¿por qué me has rechazado? ¿Por qué tengo que andar tan afligido, viendo cómo me oprime el adversario? R/.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. R/.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la citara. R/.
ACLAMACIÓN antes del evangelio (Mc 10, 45) R/. “Aleluya, aleluya”.
El Hijo del hombre vino a servir y a dar su vida por la redención de todos. R/.
Proclamación Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 18-22
Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó:
"¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos contestaron:
"Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado".
El les dijo: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Respondió Pedro: "El Mesías de Dios".
El les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.
Después les dijo:
"Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día".
Palabra del Señor.
¡Gloria a ti, Señor Jesús!.
meditaciòn
Ayer veíamos al rey Herodes preocupado por las maravillas que hacía Jesús, y se preguntaba: ¿Quién era este hombre? Hoy, el evangelista coloca la pregunta en boca de Jesús: ¿Quién dice la multitud que soy yo?.
Las respuestas son totalmente iguales a las que le dieron a Herodes en la perícopa anterior:
Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha surgido un profeta de los antiguos (v. 19).
Pero Jesús, quería una respuesta más personal, y que viniera de los suyos:
Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Pedro se lanza a la respuesta y contesta en nombre de todos: Tú eres el Mesías de Dios (v. 20).
La respuesta de Pedro indica un conocimiento profundo de la persona y de la misión de Jesús. El discípulo que ha convivido con el maestro va descubriendo esta dimensión que los otros no alcanzan a percibir.
Pero también esta proclamación petrina interpreta la esperanza mesiánica del pueblo. El Mesías será persona enviada por Dios para liberal a Israel.
A la respuesta que da Pedro le sigue una orden rotunda: no se lo digan a nadie (V. 21). Obviamente Jesús no quería tener problemas con las autoridades, pero era inminente la cercanía de su muerte.
El seguimiento de Jesús trae sus implicaciones, y muy fuertes: dar la vida, que sería lo mismo que morir por una causa justa.
Queda claro, por una parte, que Jesús no tiene ningún interés propagandístico y, por otra parte, que los discípulos no han llegado al grado de madurez en su experiencia de fe para entender a Jesús.
Frente a la expectativa mesiánica gloriosa Jesús propone el mesianismo doloroso. Es decir, que el mesianismo de Jesús no se puede entender sino es desde la perspectiva pascual de la muerte y la resurrección.
Y nosotros, ¿qué decimos quién es Jesús? ¿Significa algo afirmar que Jesús es el Mesías, nuestro liberador?
La experiencia de Pedro y de los discípulos puede ser muy cercana a la nuestra. Preferimos un cristianismo sin conflictos ni dificultades. Que bueno ser cristiano y ser aplaudido en la plaza pública
Padre Juan Alarcón Cámara S.J.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÉN!