Domingo 25 de septiembre/2011
XXVI DOMINGO ORDINARIO
Primera lectura
Del libro del profeta Ezequiel: 18, 25-28
Esto dice el Señor:
"Si ustedes dicen: 'No es justo el proceder del Señor”, escucha, casa de Israel:
¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá".
Palabra de Dios.
¡Te alabamos, Señor!.
salmo responsorial 24
Responso: “Descúbrenos, Señor, tus caminos”.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina; tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. R/.
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. R/.
Porque el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. R/.
Segunda lectura
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses:
2, 1-11
Hermanos: Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma.
Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio interés, sino el del prójimo. Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús.
Cristo, siendo Dios no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.
¡Te alabamos, Señor!.
Proclamación Del santo Evangelio según san Mateo: 21, 28-32
¡gloria a ti, señor!
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: 'Hijo, ve a trabajar hoy en la viña'. Él le contestó: `Ya voy, señor', pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: 'No quiero ir', pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?". Ellos le respondieron:
"El segundo".
Entonces Jesús les dijo:
"Yo les aseguro que los publícanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publícanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Meditación
El evangelio de hoy Jesús se encuentra en el templo de Jerusalén con los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, personajes que representan la máxima autoridad religiosa, política y económica de su sociedad.
Jesús les propone la parábola del padre y sus dos hijos:
“El que hace la voluntad del Padre es aquél que se arrepiente, quien reconoce que no ha hecho su voluntad y retorna a Él. En cambio hay otros, como los fariseos, que dicen cumplir la voluntad del Padre, pero no lo hacen”.
Ante ello, los que entran al reino de los cielos son los que creyeron en la predicación de Juan, en su bautismo de conversión, en su predicación de justicia; quienes tuvieron un cambio de vida que los transformó hacia Dios, como en este caso los publicanos y las prostitutas.
Los sacerdotes y fariseos no creyeron en Juan, y ni aun viéndole se arrepienten para creer; y esto es lo que Jesús les cuestiona. No reconocen en la acción de Juan la legítima voluntad de Dios.
¿Estamos descubriendo hoy la voluntad de Dios en aquellas personas que desean transformar la conciencia de los hombres para crear un mundo más justo?
Padre Juan Alarcón, s.j.
Por la lectura del santo evangelio, sean perdonados nuestros pecados.
¡amén!
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