En plena era del positivismo, el ingeniero, intelectual, político e inventor catalán
Narcís Monturiol se haría famoso al construir el primer
submarino tripulado con
motor de combustión. Poco tiempo antes, había diseñado el primer sumergible con finalidad no bélica: el Ictineo I había sido pensado inicialmente para recoger coral. Tan solo medía siete metros de eslora, 2,5 de manga y 3,5 de calado. Su nombre,
Ictíneo, procedía de la combinación de las palabras del griego antiguo ‘ichtus', pez, y ‘naus', barco, algo dejaba también muy claro su aspecto externo y su concepción.
Narcís Monturiol, que pasaría a la historia junto a Isaac Peral como los pioneros de la navegación submarina en España, había observado lo difícil y peligroso del trabajo de los recolectores de coral. Tras presenciar la muerte de uno de estos trabajadores, comenzó a investigar la posibilidad de crear una herramienta que facilitara esta labor. El resultado fue la creación de su propio prototipo de submarino: el Ictineo I fue presentado en público el 23 de septiembre de 1859. Los asistentes, incluidos accionistas y prensa, quedaron maravillados cuando el artilugio consiguió navegar completamente sumergido durante nada menos que dos horas y 20 minutos a una profundidad de 20 metros para luego volver a la superficie.
Monturiol había construido su primer submarino principalmente con madera y lo había provisto de dos cascos diferenciados. El casco de presión, el interior, era esférico y tenía una capacidad de 7 metros cúbicos. El casco externo tenía forma de pez con una sección elíptica. Los tanques de flotación se encontraban en el espacio entre ambos cascos, además de un depósito que suministraba oxígeno para la respiración de los ocupantes y la iluminación, que funcionaba mediante una lámpara alimentaba con un depósito de hidrógeno. El submarino se sumergía gracias a una hélice horizontal que giraba en ambos sentidos. Debido a la labor para la que había sido diseñado, el Ictneo fue provisto también de herramientas para recoger coral.
A pesar de que este submarino llegó a realizar 69 inmersiones sin ningún accidente, Monturiol, sin fondos, se vio obligado a pedir financiación a la ciudadanía española. Los 300.000 euros que consiguió los empleó en constituir una empresa, La Navegación Submarina, cuyo principal objetivo sería el de construir el sucesor de su primer submarino. Ictineo II estaba dotado de un sistema de propulsión anaeróbica, atrayendo el interés de las altas instancias militares. Este submarino fue botado en Barcelona en octubre de 1964 contribuyendo a los éxitos de la recién creada compañía de Monturiol. Unos éxitos que, sin embargo, no pudieron evitar que la empresa quebrase por la falta de apoyo, con lo que el ingeniero desmontó el submarino y abandonó para siempre el proyecto.