Domingo 9 de octubre/2011
XXVIII DOMINGO ORDINARIO
Primera lectura
Del libra del profeta Isaías: 25, 6-10
En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos.
Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo.
Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá:
"Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara.
Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte".
Palabra de Dios.
¡Te alabamos, Señor!.
Proclamación Del santo Evangelio según san Mateo: 22,1-14
¡gloria a ti, señor!
En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
"El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.
Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: `Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda'.
Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.
Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus criados:
'La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos.
Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entro a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó:
`Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?'.
Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados:
'Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación'. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos".
Palabra del Señor.
¡Gloria a ti, Señor Jesús!.
¿Hemos entendido quién es este rey, padre de un hijo que también es rey? Es Aquel del que dice el salmista:
"Oh Dios, da tu juicio al rey, tu justicia al heredero del trono." (Sal 72,1)
Celebraba las bodas de su hijo. El Padre ha celebrado, pues, las bodas del Rey, su Hijo Jesùs, cuando le ha unido la Iglesia en el misterio de la encarnación.
El ha enviado a sus criados para invitar a sus amigos a las bodas. Los envió una primera vez y una segunda vez, es decir, primero por los profetas, luego por los apóstoles, para anunciar la encarnación del Señor...
Por los profetas anunció la encarnación de su Hijo único para los tiempos a venir, y por los apóstoles ha anunciado su cumplimiento.
"Pero ellos no hicieron caso, y se fueron unos a su campo y otros a su negocio." (Mt 22,5)
Ir a su campo significa dedicarse sin reserva a las tareas de aquí abajo. Ir a sus negocios es buscar ávidamente el provecho propio en los asuntos de este mundo.
Aun más grave es el comportamiento de aquellos, que, no contentos con despreciar el favor de quien los invita, lo persiguen... De todas formas, el Señor no dejará lugares vacíos en el banquete de las bodas de su Hijo rey.
Enviará a buscar otros comensales, porque la palabra de Dios, encontrará un día dónde posarse.
Pero nosotros, hermanos, que hemos entrado ya a la sala del banquete, por gracia de Dios, es decir, estamos dentro de la Iglesia santa, examinèmonos atentamente, no sea que al venir el rey encuentre algo que reprocharnos en la vestidura de nuestras almas.
Por la lectura del santo evangelio, sean perdonados nuestros pecados.
¡amèn!
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