Efímero al hombre en un instante eterno. Al herirse el costado anidaron dos rosas en sus ojos y acompañó a su sangre un aleteo de buitres que intentaron asirlas entre gritos. Dios vive de nacer entre los hombres si al observar su llaga ven las flores más rojas y espantan a las aves a costa de su vida. Luego vendrán los hombres que traen un buitre al hombro y no creen en las flores porque no hay sol en lo alto. La noche los alumbre con sus sombras. Al igual que las flores, el hombre proporciona su perfume cuando muere.