ANECDOTAS DE GENTE CELEBRE.
RICHARD SHERIDAN
BEBER COMO BESTIAS
Se dice que Richard Sheridan, el famoso dramaturgo inglés del siglo XVIII, preguntó una noche a un grupo de amigos:
–– “¿Vamos a beber como hombres o como bestias?”.
–– “Por supuesto que como hombres” –replicó el grupo.
“Entonces, nos vamos a poner una borrachera tremenda, ya que las bestias nunca beben más de lo necesario” –comentó Sheridan.
QUEVEDO
GANO LA APUESTA
Quevedo apostó con unos amigos a que era capaz de mencionar la cojera de la reina.
Aprovechó una recepción que se ofrecía en el palacio y le ofreció a la esposa de Felipe IV dos hermosas flores, mientras le decía:
“Entre el clavel y la rosa, Su majestad escoja”.
ISÓCRATES
DOBLE TRABAJO, DOBLE PAGA
Una vez se le acercó a Isócrates un joven que, con gran derroche de palabras vanas, pidió ser admitido como discípulo.
Se dice que Isócrates lo admitió, pero quiso cobrarle el doble que al resto de los alumnos. Ante las protestas del candidato, el maestro repuso:
“Contigo el trabajo es doble: a ti debo enseñarte primero a callar y, cuando hayas aprendido esto, a hablar correctamente”.
DIÓGENES
NO ADULAR
Estaba Diógenes comiendo lentejas, cuando le vio el filósofo Aristipo, quien le dijo:
–– “Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer lentejas”. A lo que Diógenes replicó:
–– “Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey”.
CARDENAL WISEMAN
NO LO VEO…
Cierto día, el Cardenal Wiseman discutía con un inglés utilitarista sobre la existencia de Dios.
A los argumentos del gran sabio, respondía el inglés con mucha flema:
“No lo veo, no lo veo”.
Entonces, el Cardenal tuvo un rasgo ingenioso. Escribió en un papel la palabra “Dios”, y colocó sobre ella una moneda:
–– “¿Qué ves?” –le preguntó.
–– “Una moneda” –respondió el inglés.
–– “¿Nada más?” –insistió el Cardenal. Muy tranquilo, el Cardenal quitó la moneda, y preguntó:
–– “Y ahora, ¿qué ves?”.
–– “Veo a Dios” –respondió el inglés.
–– “¿Y qué es lo que te impedía ver a Dios?” –le preguntó de nuevo el Cardenal.
Y el inglés se calló como un muerto.
SÓCRATES
UN ASNO ES MÀS BARATO
Un hombre llegó donde Sócrates con su hijo, y le pidió que se encargara de la educación del muchacho. El filósofo le dijo que le cobraría quinientas dracmas. Al rico le pareció mucho dinero:
–– “¡Es mucho dinero! Por esa cantidad podría comprarme un asno”.
–– “Efectivamente, le aconsejo que lo compre –dijo Sócrates. Así tendrá dos”.
|