Cada día, la prensa relata como la historia de cientos de mujeres y hombres obsesionados por parecerse a quien se fue hasta llegan a perder la vida. Recientemente se conoció el caso de una mujer de 42 años que falleció en un instituto privado de cirugía plástica de la ciudad de Villa Carlos Paz, en Córdoba. Elba Cristina Portela de Torres, falleció tras haber estado ocho horas en el quirófano. Su estado resultó tan critico que , fue trasladada a la sala de terapia intensiva de una clínica donde poco después murió por un paro cardiorrespiratorio. La paciente había concurrido a una cirugía reducción mamaria, una lipoaspiración y una dermolipectomía.
Por otra parte, hace días fallecía, Roxana Zárate, de 36 años y madre de cuatro hijos, tras someterse a una liposucción en una clínica de Corrientes. Además, en la memoria colectiva permanece el caso de la ex Miss Argentina, Solange Magnano quien a fines de 2009 murió a los 38 años. La modelo se había sometido a un tratamiento en el que se le aplicarían inyecciones de polimetilmetacrilato en sus glúteos. Finalmente, tras sufrir un tromboembolismo pulmonar fue trasladada, primero, al hospital Fernández y, luego, a una clínica privada de Avellaneda, donde murió tras permanecer 72 horas en estado crítico.
En todos los casos el ímpetu por mantenerse joven o modificar su cuerpo, expuso a estas mujeres a consultar y someterse a tratamientos, con médicos no matriculados, en consultorios clandestinos o a aplicarse sustancias que no son exactamente legales.
La extensa difusión, popularidad y consenso colectivo de transmitir un modelo de ser humano delgado, esbelto y joven, es un ideal que ya es difícil conseguir en la adolescencia y si se es adulto, alcanzar este parámetro sólo es posible a través del bisturí.
La subestimación de estas riesgosas operaciones y tratamientos ha llegado a límites peligrosos. Mercenarios, negociantes u oportunistas, son seres que el mundo lamentablemente albergará siempre. Los que deben cambiar son las personas. Realizar una toma de conciencia que la juventud es una etapa que se vive durante un lapso, y luego se crece, se madura, se aprende y un individuo se convierte en adulto.
La obsesión por transformar el cuerpo adulto en uno adolescente, es un absurdo que se refleja en caras en serie, ningún rostro que emula la joven que se fue se parece en lo más mínimo a quien se era, sino a todas las personas que se han hecho innumerables cirugías con el mismo objetivo.
Una operación no hace milagros, no detiene el paso del tiempo. El disimulo, es sólo eso, simulación no realidad.