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LA PALABRA DE DIOS: LECTURAS Y SANTO EVANGELIO DEL MIERCOLES 16 DE NOVIEMBRE/2011
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De: ADMINISTRADORES  (Mensaje original) Enviado: 16/11/2011 04:00

 

MIERCOLES 16 DE NOVIEMBRE/2011

PRIMERA LECTURA

DEL SEGUNDO LIBRO DE LOS MACABEOS: 7, 1. 20-31

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos junto con su madre. El rey Antíoco Epífanes los hizo azotar para obligarlos a comer carne de puerco, prohibida por la ley.


Muy digna de admiración y de glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un solo día, lo soportó con entereza porque tenían puesta su esperanza en el Señor.

 Llena de generosos sentimientos y uniendo un temple viril a la ternura femenina, animaba a cada uno de ellos en su lengua materna, diciéndoles:

 "Yo no sé cómo han aparecido ustedes en mi seno; no he sido yo quien les ha dado el aliento y la vida, ni he unido yo los miembros que componen su cuerpo.

Ha sido Dios, creador del mundo, el mismo que formó el género humano y creó cuanto existe. Por su misericordia, él les dará de nuevo el aliento y la vida, ya que por obedecer sus santas leyes, ustedes la sacrifican ahora".


Antíoco pensó que la mujer lo estaba despreciando e insultando.


Aún quedaba con vida el más pequeño de los hermanos y Antíoco trataba de ganárselo, no sólo con palabras, sino hasta con juramentos le prometía hacerlo rico y feliz, con tal de que renegara de las tradiciones de sus padres; lo haría su amigo y le daría un cargo.


Pero como el muchacho no le hacía el menor caso, el rey mandó llamar a la madre y le pidió que convenciera a su hijo de que aceptara, por su propio bien. El rey se lo pidió varias veces, y la madre aceptó. Se acercó entonces a su hijo, y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna:


"Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé en mi seno nueve meses, te amamanté tres años y te he criado y educado hasta la edad que tienes. Te ruego, hijo mío, que mires el cielo y la tierra, y te fijes en todo lo que hay en ellos; así sabrás que Dios lo ha hecho todo de la nada y que en la misma forma ha hecho a los hombres.

 Así, pues, no le tengas miedo al verdugo, sigue el buen ejemplo de tus hermanos y acepta la muerte, para que, por la misericordia de Dios, te vuelva yo a encontrar con ellos".


Cuando la madre terminó de hablar, el muchacho dijo a los verdugos:


"¿Qué esperan? No voy a obedecer la orden del rey; yo obedezco los mandamientos de la ley dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y tú, rey, que eres el causante de tantas desgracias para los hebreos, no escaparás de las manos de Dios".

 PALABRA DE DIOS.

¡TE ALABAMOS, SEÑOR!.

DEL SALMO 16

 R/. “Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas”.


Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten.

 R/.“Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas”.


Mis pies en tus caminos se mantuvieron firmes, no tembló mi pisada. A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras.

 R/.“Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas”.


Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista.

R.- “Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas”.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

 (cfr. Jn 15, 16)

 R/.Aleluya, aleluya.


Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. R/.
Aleluya, aleluya.

PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 19, 11-28

¡GLORIA A TI, SEÑOR!

 

En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, Él les dijo esta parábola:


"Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo:

 'Inviertan este dinero mientras regreso'.


Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran:

 `No queremos que éste sea nuestro rey'.


Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.


Se presentó el primero y le dijo:

 'Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas'. Él le contestó:

 'Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades'.


Se presentó el segundo y le dijo:

 'Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas'. Y el señor le respondió:

 'Tú serás gobernador de cinco ciudades'.


Se presentó el tercero y le dijo:

 'Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado'. El señor le contestó:

 'Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?'.

 Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'. Le respondieron:

 'Señor, ya tiene diez monedas'. Él les dijo:

 ‘Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia'.


Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.

PALABRA DEL SEÑOR

¡GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS!.

MEDITACIÒN

La parábola de las diez onzas es una llamada de atención para ejercer y administrar responsablemente los encargos y recursos que nos han confiado.

 Nadie es dueño absoluto de sus aptitudes ni de sus talentos. Unas y otros tienen una función personal y social que cumplir.

 

Quien se "duerme en sus laureles" y no implementa un plan de acción para hacer fructificar su trabajo y sus recursos, procede de forma irresponsable.

 

La parábola del dinero significa que todos hemos recibido capacidades y dones para el servicio de los hermanos.

 El primer beneficiado sabía que ese dinero había sido puesto en sus manos por la confianza de su señor, y le sacó gran provecho.

El segundo también hizo producir según su capacidad lo que había recibido. Pero el último sólo trajo excusas y hasta injurias contra su señor. La sentencia fue que se le quitara hasta lo que en forma precaria tenía. No sembró, y por tanto no debía cosechar.

 

 Nuestro deber es poner lo mejor de nuestras capacidades al servicio de los demás produciendo buenos frutos. Si no lo hacemos, nuestra vida quedará completamente vacía ante el juicio de Dios.


NUESTRA VIDA, NO ES NUESTRA, ES DE DIOS

Una cosa es cierta, no siempre nos parece buena idea dar cuenta de lo que hemos hecho, parece que nos gusta poco que se metan en la forma como manejamos nuestra vida. También tenemos temor que se analice los distintos aspectos de nuestros actos, como si no estuviéramos seguros si lo hemos realizado bien.

Pero resulta que nuestra vida, no es nuestra, es de Dios y El nos ha dado gratis muchas cosas, nos ha entregado talentos, dones, virtudes, cualidades y El si puede exigirnos dar cuenta de cómo lo hemos hecho, en especial, que la proyectemos y la compartamos con el prójimo.

Bajo esta perspectiva anterior, vemos que es necesario hacer una revisión de cómo estamos en nuestra rendición de cuentas, de nuestros pensamientos y acciones, es decir como lo hemos hecho en nuestro rol de administrador de lo bienes que nos ha dado Dios, y teniendo en consideración, que no conocemos el momento en el cual nos pueden llamar a dar cuentas.

EL SABER ADMINISTRAR LAS RIQUEZAS, LOS BIENES MATERIALES, DE TAL MANERA QUE TRAIGAN GRAN PROVECHO EN EL REINO

Y Dios nos tiene bien advertido, “estén preparado porque el Hijo del Hombre vendrá en la hora menos pensada” (Mt. 24,24)

 

Entonces la aplicación de este fragmento del Evangelio, se hace a un caso concreto: el saber administrar las riquezas y los bienes materiales, de tal manera que traigan gran provecho en el Reino: probablemente alude de una manera específica a la limosna, a la caridad hacia quien menos tiene, ya que el tema es de riquezas.

 

POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.

¡AMÉN!

                               

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