TERCER MARTES DE ADVIENTO. DICIEMBRE 13 DEL 2011
PRIMERA LECTURA
DEL LIBRO DEL PROFETA SOFONÍAS: 3, 1-2. 9-13
"¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada, de la ciudad potente y opresora! No ha escuchado la voz, ni ha aceptado la corrección. No ha confiado en el Señor, ni se ha vuelto hacia su Dios.
Pero hacia el fin daré otra vez a los pueblos labios puros, para que todos invoquen el nombre del Señor y lo sirvan todos bajo el mismo yugo.
Desde más allá de los ríos de Etiopía, hasta las últimas regiones del norte, los que me sirven me traerán ofrendas.
Aquel día no sentirás ya vergüenza de haberme sido infiel, porque entonces yo quitaré de en medio de ti a los orgullosos y engreídos, y tú no volverás a ensoberbecerte en mi monte santo.
Aquel día, dice el Señor, yo dejaré en medio de ti, pueblo mío, un puñado de gente pobre y humilde. Este resto de Israel confiará en el nombre del Señor.
No cometerá maldades ni dirá mentiras; no se hallará en su boca una lengua embustera. Permanecerán tranquilos y descansarán sin que nadie los moleste".
PALABRA DE DIOS.
¡TE ALABAMOS, SEÑOR!.
DEL SALMO 33
R/. El Señor escucha el clamor de los pobres.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo.
R/. El Señor escucha el clamor de los pobres.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.
R/. El Señor escucha el clamor de los pobres.
En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.
R/. El Señor escucha el clamor de los pobres.
El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en Él esperan.
R/. El Señor escucha el clamor de los pobres.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Ven, Señor, no te tardes; ven a perdonar los delitos de tu pueblo.
R/. Aleluya, aleluya.
PROCLAMACIÓN DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 21, 28-32
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: `Hijo, ve a trabajar hoy en la viña'. Él le contestó:
`Ya voy, señor', pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo.
Éste le respondió:
'No quiero ir', pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?". Ellos le respondieron:
"El segundo".
Entonces Jesús les dijo:
"Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él".
PALABRA DEL SEÑOR.
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS!.
MEDITACIÓN
La pequeña narración que confronta a dos hijos con su padre es una radiografía exacta de las relaciones que los humanos mantenemos con Dios.
Entre el orgullo y la humildad va discurriendo nuestra experiencia creyente. Nuestros pequeños logros nos hacen enorgullecemos hasta querer organizar de forma autosuficiente nuestra vida. Sordos y ciegos terminamos por dar con nuestros huesos en el desfiladero de la ruina personal.
En cambio, cuando se pisa el suelo firme y se cae en la cuenta de la propia pequeñez, se aprende a escuchar, es decir, a obedecer sin degradarse.
Nunca ha sido fácil obedecer y ponerle un alto a nuestro protagonismo. El hijo que reconsideró su negativa, aprendió a dominar su orgullo y consiguió cumplir la voluntad de su padre.
¿Quién no conoce el proverbio: "Díme de qué presumes y te diré de que careces"?. Cuando uno se enfrenta a la lectura del evangelio, de este martes de la 3ª de Adviento, a la fuerza se ha de sentir incómodo o, por lo menos, interpelado ante la advertencia severa y desconcertante de Jesús:
"os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera".
No es bueno confiarse ni fiarse del todo de nuestras capacidades o quedarnos en la percepción que tenemos de la fe y de Dios, de su Iglesia y del mundo….¡hasta de nosotros mismos!. Al fin y al cabo somos unos ególatras que prometemos pero, luego, mucho de lo que decimos no llegamos a cumplir.
Hace unos años, unos constructores de puentes, comenzaron a levantar uno de gran tamaño sobre un peligroso despeñadero. Creían que lo importante era un buen amarre.
Comenzaron a poner unas impresionantes picas en ambos extremos con el fin de que luego aguantase, sin ningún tipo de contratiempo ni dificultad, el peso y las características del puente colgante.
La decepción y la sorpresa vino cuando al acometer la segunda fase sobre el río se dieron cuenta que les faltaba material y que era imposible unir las dos orillas con hormigón o madera. Habían invertido tantos medios en los arranques, en los ideales, en los proyectos que habían agotado las fuerzas y la materia prima para culminar lo más importante de la obra:
LA PASARELA SOBRE EL RIO.
Llega la Navidad. Malo será que echemos el resto en las orillas, en los aledaños de lo meramente secundario y dejemos sin cubrir lo importante: la orilla entre Dios y nosotros.
Llega la Navidad y muchos nos pueden llevar la delantera cuando, sin necesidad de tanto ruido ni de tanta zambomba, van al fondo de las cosas, a los secretos del corazón en un intento de buscar a Dios.
Lo esencial ante los ojos de Dios es que sepamos acentuar la presencia de Aquel que viene en forma de niño, indefenso, silencioso, pero lleno de vida.
Aquellos (a los cuales se enfrentaba Jesús, que presumían de conocer al dedillo la Ley y de ser "sabelotodo" sobre Dios ) fueron tan torpes que se quedaron atrapados en su propia orilla sin poder pasar a la otra por su cerrazón y se quedaron sin vivir la noche más misteriosa y soñada por tantas generaciones:
DIOS EN BELEN
Unamos la orilla de Dios con la orilla del hombre con el puente, que es Jesús Navidad, no solamente con buenos propósitos o falsas promesas. Que los próximos días que se acercan sean un de verdad trabajar para que Dios reine en nuestras vidas.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÈN!
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