ULTIMO DESEO
Un anciano sacerdote católico se encontraba postrado en sus últimos momentos.
Después de recibir los sacramentos usuales sólo manifiesta un pedido:
que envíen un mensaje al Gerente de la Agencia de Impuestos de su distrito y otro a su abogado pidiéndoles que vengan a visitarle.
Ni bien ambos caballeros arriban, son guiados hasta su dormitorio.
Cuando ingresan, el anciano sacerdote extiende sus manos y les pide que se sienten uno a cada lado de su lecho.
Una vez sentados, el sacerdote los toma de las manos, suspira con visible satisfacción,
sonríe y se queda mirando el cielorraso.
Durante un buen rato ninguno de los tres dice nada.
Tanto del gerente de la agencia impositiva como el abogado están algo conmovidos y también un poco adulados
por el hecho de que el anciano sacerdote haya pensado en ellos para acompañarlo en sus últimos momentos.
Pero también están algo intrigados porque el anciano nunca antes había demostrado tener una simpatía tan especial por ninguno de ellos.
Finalmente, no pudiendo retener su curiosidad, el abogado hace la pregunta:
--Padre. ¿Por que nos ha pedido venir a nosotros dos?
El anciano sacerdote juntó lo poco que le quedan de sus desfallecientes fuerzas y respondió con voz débil:
-- Jesús murió entre dos ladrones . . . Y así es exactamente como yo también me quiero ir.
Ketty