- "Cariño, ven y mira la lagartija"
- "¡Dios mío!" -exclamó mi mujer- "Está dando a luz."
- "Qué?" -preguntó mi hijo- "si se llaman Beto y Enrique, como los de Plaza Sesamo mami!"
Yo me quedé igual de estupefacto.
- "¡Oye, cómo puede pasar esto? Creí que habíamos acordado que no queríamos que parieran" -Le dije a mi mujer, acusadoramente.
- "Ya, pero y qué quieres que hiciera, ¿ponerles un cartel en la jaula?" -me respondió. (Me pareció que lo decía con mucho sarcasmo!)
- "No, pero se supone que debías haber comprado dos machos!"
- "Exacto, Beto y Enrique !" -mi hijo me apoyaba.
Para entonces, el resto de la familia ya estaba allí, para ver qué pasaba. Me encogí de hombros, tratando de sacar el mejor provecho de la situación.
- "Chicos, esta va a ser una experiencia fantástica" -les dije- "estamos a punto de ser testigos del milagro de la vida"
- "Oh, animal!" - me chillaron.
Escudriñamos al paciente con detenimiento, y después de mucho esfuerzo, vimos cómo algo parecido a una pequeña pata aparecía brevemente, volviendo a desaparecer tras un segundo escaso.
- "No parece que estemos mejorando esto mucho..." -comenté.
- "Viene de pié," - susurró mi esposa, horrorizada.
- "Haz algo, papi!" - urgía mi hijo.
- "Ok, ok." - Delicadamente, tomé la pata a la siguiente vez que apareció, y tiré de ella con suavidad. Pero volvió a desaparecer. Lo intenté varias veces más, con el mismo resultado.
- "Llamo al 911?" - sugirió mi hija mayor.
- "A lo mejor nos ayudan en el parto." (Te imaginas la escena, rodeado de mujeres?)
- "Vamos a llevar a Enrique al veterinario" -dije seriamente. Nos metimos en le coche, mi hijo llevaba la jaula sobre sus rodillas.
- "Respira, Enrique , respira," - decía para animar a la lagartija.
El veterinario se llevó la lagartija a la sala de exploración, y observó detenidamente al animal con una gran lupa.
- "Qué piensa doctor, ¿quizá una cesárea?" - le sugerí, científicamente.
- "Esto es muy interesante" - murmuró el veterinario de repente. Señor y Señora Hernández, ¿puedo hablar con ustedes en privado un momento?
Tragué saliva, y le indiqué a mi hijo que saliera con un movimiento de cabeza.
- "¿Enrique está bien?" - preguntó mi mujer.
- "Está perfectamente," -nos aseguró el veterinario- "esta lagartija no está de parto..de hecho, eso nunca ocurrirá. Enrique es un macho. Vea, Enrique es un macho joven. Y de vez en cuando, según va llegando a la madurez, como muchas otras especies...pues....vaya....que se masturba. Justo como acaba de hacer, tumbándose de espalda".
Se puso colorado, mirando de reojo a mi mujer.
Nos quedamos en silencio, tratando de asimilar aquéllo.
- "O sea que Enrique está..está...simplemente... . . ... excitado," - concluyó mi mujer.
- "Exacto," - replicó el veterinario, aliviado porque lo habíamos entendido.
De nuevo el silencio. Hasta que mi maliciosa y cruel mujer empezó a sonreír, a reírse por lo bajo, un poco más alto. Y al final a carcajadas.
Le caían lágrimas por la cara.
- "Es que...me viene a la cabeza la imagen de verte tirando de......su...pequeño....." -tuvo que parar a tomar más aire para la siguiente carcajada.
- "¡Ya párale!," - le advertí.
Le dimos las gracias al veterinario y salimos de allí a toda velocidad, metiéndonos en el coche. Mi hijo estaba muy contento de que todo hubiera ido bien.
- "Sé que Enrique te está realmente agradecido por lo que has hecho, papi," - me dijo.
- "Oh, no sabes cuánto," - dijo mi mujer, casi ahogándose de risa.
Dos lagartijas: 650 pesos
Una jaula: 300 pesos.
Veterinario: 300 pesos.
El recuerdo de tu marido tirando del pene de una lagartija: No tiene precio!
Moraleja de esta historia:
Pon más atención en las clase de biología:
¡Las lagartijas ponen huevos!