Como el verso que oprimo en lugar de tus pechos y el bolígrafo que camina sobre el tiempo que no uso, así siento tu piel y el camino de tu voz, obsesivamente indefinido, absurdo y tenaz, imposible como el mar o el albornoz plegado temblando a la humedad del calor de una noche que sólo existe en mí.
Y que a pesar de mis sueños de todos nuestros sueños no conseguimos cambiar al mundo ni salir de nuestro caos.
Olor a espliego, músicas ajenas, ojos saciados en otros que conmueven a un idiota a un loco intemporal que, ni siquiera hoy, asume el papel de padre de una hija de mil dólares.
JOSEP. R. GUILLEN
SORBER.
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