Si se echa una rana a una olla con agua hirviendo, ésta escapa inmediatamente y salta hacia afuera.
En cambio, si inicialmente en la olla ponemos agua a temperatura ambiente y echamos una rana, ésta se queda tranquilamente dentro de la olla. Y cuando, a continuación, comenzamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona bruscamente sino que se va acomodando a la nueva temperatura del agua hasta perder el sentido y, finalmente, morir literalmente hervida.
¿Reconoces esta actitud en tu propia vida?
Maestro: muchos preferimos quedar en la zona cómoda (bien incómoda!) de “no acción” a pesar de tener problemas …
Fuente: Internet,